En el año 45 antes de Cristo, Julio César inauguró su era, y estableció el 31 de diciembre como fin del año solar. Siguiendo así, el típico estilo de ruptura que necesita todo poder que se respete. Luego en el año 540, con otros en la cima, las cosas cambiaron y se decretó la era de Cristo, con efecto retroactivo, y por allí estamos todavía. Pero siempre manteniendo el calendario solar al estilo egipcio, que no el lunar, que era el favorito de épocas remotas, por su facilidad de observación. A propósito, ese modelo de calendario nos daría un fin de año variable, todos los años.
Esta necesidad humana de simbolizar comienzos se nota principalmente en el tiempo, que cada cultura lo cuenta a partir de acontecimientos primordiales, casi siempre de origen religioso. Por ejemplo, los mahometanos cuentan a partir de la hégira de Mahoma desde La Meca a Medina en el año 622 de nuestro calendario, los Judíos desde un año de referencia que corresponde a la creación del mundo y los chinos desde a coronación del Emperador Amarillo. Así que, salvo error involuntario de mi parte, creo que el 2004 sería el 1382 para los musulmanes, el 5765 para los Judíos y el 4702 par a los Chinos.
Nos encantan los ciclos, por más que sean meras convenciones, como lo son los puntos cardinales o los husos horarios. Resulta interesante observar cómo los seres humanos interpretamos esos cambios de ciclo, casi siempre asociándolos con la renovación. Hay personas que prefieren comenzar dietas o dejar el cigarrillo los lunes. Otros les encantan los meses cuyo primer día coincida con un lunes o que finalice en viernes, y hay otros que el miércoles no inician nada. Pero como norma general, todos los humanos celebran los fines / comienzos de año con rituales más o menos tradicionales relacionados con renacimiento, con oportunidad, con estreno.
Para algunas otras cosas, aun se usa a la luna como referencia: Cortarse el pelo en cuarto creciente para que crezca sano o procrear en luna llena para que salga varón. No estoy seguro si estas son las instrucciones precisas, pero para que se hagan a la idea es suficiente.
En el hemisferio norte, yo hubiese preferido poner el comienzo de año en primavera, para mantener una coherencia ambiental más saludable para el alma, pero bueno, si no nos ponemos de acuerdo con el protocolo de Kyoto o las unidades de medida, mucho menos en esto. Ahora, en el caribe, hay pocas referencias climatológicas para hacer algo parecido con lo cual, lo mejor que se me ocurre, es asociarlo a una fiesta pagana, como los carnavales, que también tienen que ver algo con despojarse, con liberarse… – y miren como son las cosas, la ubicación de esta fiesta aun se rige, como la Semana Santa, por la Luna – eh… si que estaría bien, nuestros estrenos serían disfraces o trajes de baño.
Falto a la gran fiesta de calendarios El Maya.
😉
si, es verdad, muchas gracias. También era Solar y según algunos entendidos, mucho más preciso que el de los egipcios.
Pero no encuentro referencias actuales para saber por dónde van, digamos que he citado a los que están «en activo», pero seguiré averiguando para actualizar la nota.
Saludos.