Los humanos coleccionamos de todo. Es otro de los enigmas del insondable cerebro humano. Por razones diversas, decidimos que ciertos objetos deben estar en cautiverio, y nos obsesionamos con su cacería, aunque en el primer mundo ya se trata de simple recolección.
En torno a esta necesidad, se ha creado un histórico negocio: el de la publicación por fascículos y las colecciones por entregas. Al ojo marciano – o del tercer mundo sin ir muy lejos – podría parecer que algunos objetos de los promocionados compiten en inutilidad con los artículos insomnes de las televentas, y que otros sencillamente rayan en lo absurdo. Pero lo cierto es que tienen mercado, ya que siguen saliendo cada otoño e invierno, y representan el 25% de la facturación de las editoriales. He aquí una muestra tomada esta mañana frente al quiosco de la esquina.
Fósiles auténticos (dice que no son reproducciones), Miniauturas de taxis del mundo, Plumas de aves, ¡Piedras! (tal cual, anunciada como colección geológica), Dedales, Bolas de nieve (nieve en agua como las de navidad), Mi amigo el caballo (una cuadra en miniatura), Casa de muñecas, Miniaturas de Coches Míticos, Miniaturas de Motos de competición, Cajitas de madera (cajitas adornadas), Vestidos inolvidables (Miniaturas que reproducen vestidos de grandes divas), Soldados de plomo, Conchas de Mar (lo juro, las conchitas de la orilla de la playa).
Si, lo sé: Me dirán que grandes obras también fueron distribuidas por entregas, como la enciclopedia, las novelas de Charles Dickens y el mítico Sherlock Holmes. Pero que haya gente que compre la Biblia en Fascículos, como también la vi, me parece extremo, sobre todo cuando muy seguramente no le están pagando royalty a los Evangelistas.
Comentario a parte merecen los periódicos. Antes se limitaban a vender noticias, ahora se han pasado al negocio de las enciclopedias, los cidis y los dividis, a los cuales les encartan, por fuera, un ejemplar del periódico del día.
Había leído esto (vía pjorge.com) que proporciona una curiosa definición de la palabra «Diario» (de prensa):
http://www.lapaginadefinitiva.com/television/leccionespi/9.htm
No hay duda de que estamos frente al un fenòmeno de diversificaciòn de la oferta. Dicho lo cual, también es válido pensar que un día de estos a los sacerdotes les de por pensar que aparte de la ostia sagrada y las botellitas de agua bendita, también puedan ofrecer los sacramentos vía Internet ( total, ya dan misa por TV hace rato). Se me ocurre que el slogan ( con música de fondo angelical) podría ser: «One click to redemption»
Saludos,
Palas
A ver: creo que hay algunos sacramentos difíciles de digitalizar, con lo cual habría que introducir modificaciones en los rituales para, por ejemplo, que el vaticano reconozca la firma digital, de forma de evitar los problemas de usurpación de identidad. Porque por ejemplo, se le podría estar dando la extremaunción a alguien equivocado y eso puede ocasionar problemas logísticos a San Pedro.
Saludos.
… Y si por error, bautizan como católico a un bebé Musulmán ¿qué terminará siendo esa criatura?
Será acaso su refrán y práctica de vida: A Dios rogando ( por su parte católica-apostólica-romana) y con las bombas dando (por sus simpatías hacia Bin Laden, el fantasma de Hussein y otros fundamentalistas por el estilo)
Hoy amanecí con el humor negro alborotado.
Saludos,
Palas
¡Uy! Considero injusto el comentario, pero para los musulmanes. Su religión es bastante incomprendida/desconocida a nivel mundial y es una lástima que sea así, porque algunos practicantes que conozco, son gente tranquila, amable, tolerante y pacífica.
Besos.
PD: De todas maneras, creo que sólo sería diferencias de interpretación porque, en esencia, casi todas las religiones mudiales promueven principios que buscan un hombre mejor.
Cierto, cierto. (Lo de los bombazos fue un mal chiste a propósito.) Lástima que en el camino, ninguno se ocupa de enterarse de las enseñanzas de la religiòn de los otros y todos acaban convencidísimos de que SU religión es LA religión, ergo, los demás arderán ( pecadores e infieles, según en qué lado estés) en las llamas del infierno.
Me pregunto cuántos de los fundamentalistas de cualesquiera creencia religiosa estarán conscientes de que el fulano infierno finalmente es la ignorancia que nos conduce a vivir en este planeta, y en estos pesados contenedores de almas que son nuestros cuerpos físicos…
Un abrazo,
Palas
En mi humilde opinión: Creo que todos los fundamentalistas son conscientes de ello.
Besos.