Hay sonidos que se jubilan. En la música, cada generación se hace con un sonido particular y unas letras afines, pero en esencia se ejecutan con similares instrumentos y se escriben en los mismos pentagramas. Se nota sobre todo en los directos (en vivo). Allí se reconocen fácilmente los sonidos de los instrumentos tradicionales, aunque en manos de una generación que se esmera por presentarlos y combinarlos de una forma diferente.
Pero a veces, de entre los devaneos de la evolución, algún que otro instrumento se descarta, y se le ve hacer la maleta y enrumbarse hacía la residencia de instrumentos ancianos, rechazados por la sociedad. Ese es el caso de la pandereta.
Luego de años de haberse dejado oír presuntuosa y con presencia inequívoca entre la percusión de casi cualquier manifestación musical, abarcando desde la tradición de las representaciones folclóricas de la vieja Europa hasta la rompedora generación hippie, la pandereta se encuentra en peligro de extinción. Con su aire portátil y su naturaleza delatora -esa manía por dejarse escuchar al mínimo movimiento- la pandereta ya casi ni se oye ni se escucha en las canciones de la radio, como tampoco se ve en los conciertos por televisión. Los solistas de antaño que no sabían tocar ningún instrumento, participaban de la puesta en escena con una pandereta en la mano. Hoy esta iniciativa, sería una exposición al ridículo, como casi lo es ya el ver a un cantante con un micrófono alámbrico.
Pero en fin, también dejó de usarse el clavicordio, el címbalo, el órgano o la flauta. Mientras asistimos a su agonía, el cascabelero sonido de la pandereta seguirá refugiado en algunos templos nostálgicos como las radios de los pueblos, que programan y reprograman a Leonardo Fabio o a Nicola Di Bari; en las Iglesias cristianas que amenizan el aleluya con este sonajero y la guitarra acústica, y en los eternos y lustrosos recopilatorios de los Beatles.
Pues habrá que fijarse si las tunas aún la usan, o si la han reemplazado por algún sintetizador a pilas… Espero que no.
Un cariñoso panderetazo de inicio de semana
Palas
Si, las tunas aún las tienen. Y al acrobático panderetero, pero en ese caso es el mantenimiento de una tradición, sabrosa y con ese tinte aventurero y etílico.
La tuna es justo lo contrario, una tradición que las nuevas generaciones se esmeran en mantener.
Por cierto, para los lectores no españoles o sin conociento de algunos aspectos de la cultura española, esto es una tuna:
http://es.wikipedia.org/wiki/Tuna