Cuando un hombre experimenta una erección tiene dificultades para hablar, oír o conducir y por eso no suele hablar mientras mantiene relaciones sexuales… Un hombre puede perder la concentración (y la erección) cuando una mujer le habla durante la copulación. En ese momento el hombre está utilizando el hemisferio cerebral derecho y los escáners cerebrales demuestran que está tan inmerso en la actividad, que está prácticamente sordo.
Tomado de Why men don’t listen & Women can’t read maps por Allan y Barbara Pease
Aparte de resaltar eso de la sordera erótica masculina, a mi lo que me causa mucha impresión, es lo difícil que debe ser hacer el amor mientras te hacen un scaner en el cerebro. ¡Todo sea por la ciencia! Bueno, si la cosa es como dice la cita que encabeza esta nota, que podría ser – porque estas personas han hecho un esfuerzo por plasmar de forma amena, un cúmulo de investigaciones al respecto – lo que no me explico es cómo el negocio de las líneas eróticas puede funcionar.
Es un tipo de estimulación auditiva, que teóricamente obstaculiza la consecución del placer en el hombre, pero sin embargo resulta altamente popular como vía para conseguirlo. Adicionalmente, representa una fuente de empleo relacionada con el entretenimiento sexual que se presenta, digamos, bastante aséptica: No hace falta ni preservativo ni jabón azul. Aunque hay que ser honestos: Si una chica le dice a su padre, como quien no quiere la cosa: Papá, conseguí trabajo en una línea erótica, lo más probable es que el hombre piense que su hija se ha metido a puta.
Pero los tiempos cambian y los empleos se desmitifican. Por eso me encanta este curioso aviso. Tan limpio, formalito, sonriente y sin tetas que busca gente como tú, para trabajar en una línea erótica.
Lo más pasmoso, es que ¡no exigen experiencia previa! y lo califican como un trabajo entretenido y sencillo. Bueno, ésto último puede ser, porque total, si el cliente no te está escuchando, ya puedes decir misa (con perdón). Además, ofrecen unos beneficios laborales (Seguridad Social, opción de media jornada, turnos a elegir) con los que ni siquiera sueñan las pobres prostitutas explotadas por las mafias, en un país como España, donde esta actividad está penalizada.
La única explicación que he encontrado a esta paradoja científica, se remonta a mediados de los ochenta. Diógenes, un amigo de la adolescencia y el rico del pueblo, acababa de regresar de un viaje a Estados Unidos que sus padres le habían regalado. Entre todas las aventuras fantásticas que contaba, nos habló de las líneas calientes. Luego de un relato pormenorizado del procedimiento (para las guarrerías los adolecentes son muy detallistas) se me ocurrió preguntarle. Pero Diógenes, ¿como carajo le entendías, si tu no hablas inglés? Eso no importa mi hermano, me dijo en actitud arrogante, lo importante no es lo que te dicen, sino cómo te lo dicen, pa’que así te las podáis imaginar.