En los tiempos del apogeo de la máquina de fax, solía ser común, además de molesto, la llegada frecuente de publicidad no solicitada a través del mismo. Dejar el fax en recepción automática era garantía de despilfarro de papel térmico con ofertas de Resorts en islas de encanto o pócimas para adelgazar. Fue un intento por trasladar a una nueva tecnología lo que era ya generalizado en el correo tradicional: Usar la fuerza bruta con inundación publicitaria, a ver quien cae. Afortunadamente para los habitantes del Caribe, la poca tradición en el uso doméstico del correo (además de su honorable ineficacia) y luego del fax, nos mantuvo al margen de esas cosas que sólo pasaban en el primer mundo.
El impacto económico de aquel spam primitivo, era relativamente fácil de cuantificar, porque, siendo simplistas, se podía medir en unidades de papel térmico. Pero, a diferencia de aquél, el spam moderno, vía correo electrónico, tiende a medirse en forma más imprecisa, intangible y difícil valorar: unidades de atención.
A diferencia de los medios de comunicación, que comercializan con nuestra atención – la capturan con entretenimiento, información o sandeces y la venden en forma de espacio publicitario– el spam es un tipo de ruido distinto. Aunque el ruido es inherente a cualquier forma de comunicación, el ocasionando por el spam es muy pernicioso porque su naturaleza, al contrario de otros agujeros negros de atención, es interactiva: Para eliminarlo hay que, primero diferenciarlo de lo que no lo es y luego, presionar el botón delete..
En términos académicos, es un ruido mimético. Se parece muchísimo al mensaje que se transmite por el canal. Por ejemplo: Si usted realiza una llamada telefónica y la línea no está en buen estado, o la cobertura es escasa, podrá diferenciar fácilmente, aunque no lo capte con claridad, el mensaje de su interlocutor del ruido del canal. No sucede lo mismo con el spam, es frecuente peder información relevante al confundirla con correo no deseado.
El desarrollo de inhibidores de este tipo de ruido, por razones técnicas, es harto compleja. Las formas de mitigarlo son más de orden sociológico que técnico, porque si ha prosperado es porque a alguien le resulta rentable producirlo. Su costo de producción es a tal punto bajo que con un porcentaje mínimo de incautos, ya produce beneficios.
Pero ya ven. No hay campañas por la tele que inviten a no responder al spam, y sobre las consecuencias que tiene hacerlo. Tampoco existen iniciativas innovadores que ataquen los nichos de los spammers: Como divertimento reflexivo, se me ocurre que podría disminuirse mucho de ese ruido mimético, si la seguridad social cubriese los alargamientos de pene.
¡Vamos!, hasta uno tiene que tener mucho cuidado con lo que escribe. No saben a la cantidad de spam en forma de comentarios a que me expongo, con sólo incluir en esta nota esas últimas tres palabras.
Besos de Año Nuevo.
Creo que el que descubra y patente la forma de bloquear y desintegrar los correos y servidores desde donde despachan Cialis y similares, se hace millonario en 24 horas.
Son una plaga!
Aburrida de borrar basura a diario, un abrazo anti-spam
Palas A.