Topádome he con este interesante artículo a favor de la integración lingüística y cultural. Serio y documentado, intenta recoger la ingente veriedad de formas en las cuales los hispanohablantes nombran sus partes pudendas; y adicionalmente, algunas otras formas de expresiones soeces de uso regular.
En un primer vistazo, me sorpredió la eventual casualidad fonética de que, la mayor parte de los sinóminos regionales relacionados con la Vulva empienzan con «C» ó «Ch» (quince en total); mientras que los comenzados en «P» son apenas siete. Proporción que se invierte cuando se refieren al Pene, que tiene tan solo siete sinónimos que comienza con «C» y una abrumadora mayoría de veintiuno que empiezan por «P».
Así, para nombrar la Vulva, el hispanohablante se decanta por sonidos velares o palatales, con destacados tintes africados aportados por la «Ch», mientras que para nombrar el Pene recurre, esencialmente, a sonidos oclusivos y labiales.