Los deberes

De pequeño, cuando volvíamos de vacaciones, la seño nos mandaba a realizar una composición titulada ¿Qué hice en mis vacaciones? Ya de mayor descubrí que lo hacía principalmente para gestionarse ella misma la resaca post vacacional; para hacer tiempo y coger el ritmo, vamos, para hacer lo que los mayores hacen cuando vuelven de vacaciones, ese período nebuloso en que no se haya uno haciendo algo que no sea descansar.

La mayoría de mis compañeros pensaban que era una tortura. Pero creo que más por el hecho de que cualquier composición lo era. Aunque no para mi. A mi escribir me gustaba y me gusta, el problema era que la composición de mis vacaciones era siempre la misma (cosas de pobres). Y por eso me parecía a mi también una pequeña tortura: para qué escribir sobre algo que no podía ser imaginado.

Si bien éstas han sido diferentes, animadas, multifacéticas y libres – sobre todo libres, comparado con las cárceles de los paquetes turísticos de occidente – pues resulta que no me he puesto a hacer mi composición. No porque desmerezcan ser escritas, sino porque el tamaño de la resaca de volver al laboreo es directamente proporcional a los estimulantes que han sido las vacaciones.

Estiraré un poco los dedos y convenceré a mi cabeza de que la realidad ha vuelto.

Besos a montones,

Ocatrapse.

Nostalgia Planetaria.

¿Te acuerdas cuando éramos nueve? le preguntará nostálgico, y con unas cervezas en órbita, algún planeta sobreviviente a otro en una de las farras que montan los cuerpos celestes y que los astrónomos llaman alineación planetaria.

Y es que desde anoche, los colegiados de la astronomía, en cumplimiento de su deber, han echado a la basura una brillante carreta de setenta y seis años de Plutón como el planeta más excéntrico y librepensador del sistema solar. Sin darle las gracias, sin una mísera condecoración por los años de servicio, aunque fuera por guardar las apariencias.

Que les puedo decir; se me antoja un acto de discriminación hacia las minorías planetarias, aquéllas que por no ser esbeltas y voluptuosas, son echadas del Club. Tomen ustedes nota: ¡que lo han sacado del sistema por enano!

Tranquilo Plutón, aquí en la tierra hay gente que te recordará mientras viva, y que te seguirá considerando el regente astrológico de quienes se salen de la norma y orbitan fuera del plano de los demás.

Un beso a Caronte, de mi parte.

Ocatrapse.

En el nombre de Las Partes

Topádome he con este interesante artículo a favor de la integración lingüística y cultural. Serio y documentado, intenta recoger la ingente veriedad de formas en las cuales los hispanohablantes nombran sus partes pudendas; y adicionalmente, algunas otras formas de expresiones soeces de uso regular.

En un primer vistazo, me sorpredió la eventual casualidad fonética de que, la mayor parte de los sinóminos regionales relacionados con la Vulva empienzan con «C» ó «Ch» (quince en total); mientras que los comenzados en «P» son apenas siete. Proporción que se invierte cuando se refieren al Pene, que tiene tan solo siete sinónimos que comienza con «C» y una abrumadora mayoría de veintiuno que empiezan por «P».

Así, para nombrar la Vulva, el hispanohablante se decanta por sonidos velares o palatales, con destacados tintes africados aportados por la «Ch», mientras que para nombrar el Pene recurre, esencialmente, a sonidos oclusivos y labiales.