Sólo puedo afirmar que no tienen pinta de. Cosa mala, porque los cantautores suelen volcar sus ímpetus sobre cosas y temas en los cuales creen ferviertemente. Y si a ninguno le ha dado por cantarle a la necesidad de distribuir equitativamente las labores domésticas entre todos los miembros de la familia; será porque muy practicantes no resultarán.
La verdad es que utilizo como excusa a los cantautores porque asocio a ellos de forma fácil la palabra reivindicación, pero no son ni más ni menos que cualquiera que promulgue la igualdad entre hombres y mujeres pero sólo en ámbitos como la empresa o la política y olvide el más extendido y omnipresente lugar donde la desigualdad reina: el hogar.
De ser diputado (o cantautor), me montaría en un berenjenal para propiciar la inclusión de una cláusula de participación igualitaria en las labores domésticas en los contratos matrimoniales. Si fuera cura, agregaría al «cuidarla y protegerla» de la pregunta nupcial, una referencia a cocinar, lavar o planchar en términos igualitarios. Vamos, que las cosas queden bien claras desde el principio.
Que hay que sincerarse. Me da por pensar que detrás de muchos causales de divorcio rotulados con la frase «incompatibilidad de caracteres» se esconde un menos eufemístico «yo no me casé contigo para ser tu esclava».