Este periodo excepcionalmente largo de bienestar y ausencia de penurias en Occidente no es lo habitual en la historia humana. Aunque muy dolorosas evidencias nos hagan pensar que de bienestar nada.
La generación previa a la nuestra ha faltado a una responsabilidad básica de la especie: enseñarle a la prole cómo agenciarse comida, especialmente, en situaciones de penuria. Debido a la ausencia de desastres totales, como las guerras generalizadas, epidemias, o catástrofes naturales, aunado a la industrialización del sector alimentario, la gran mayoría de los niños urbanitas, rara vez han visto, por ejemplo, cómo se obtiene la leche.
Así las cosas, estoy por que los niños del primer mundo sean expuestos a los rituales ancestrales de agenciarse comida. No solo hacer visitas a la granja-escuela para ver vacas y gallinas con monitores uniformados, sino también descubrir cómo se obtiene de ellos alimento. Como mínimo: aprender cómo se mata una gallina, cómo se desangra y se despluma. Lo mismo para un conejo, la especial importancia del golpe certero, y la forma del corte para despellejarlos con facilidad.
No creo que haya traumas, ya a bastante desgaje sangriento se exponen con cinco minutos en la consola. Todo es buscar la edad y echarles el cuento.