Decía el Doctor Sacks, en un pasaje de alguno de sus libros:
«Todos necesitamos tomarnos unas vacaciones de nuestros lóbulos frontales.»
Lamento citarlo sin su contexto, pero muy probablemente estaba relacionado con los casos que tan respetuosamente trató a lo largo de su obra. Sin embargo, fue la frase, a secas y aislada, la que quedó albergada en la memoria. Era una de sus habilidades como narrador, lanzarte flechas directo a la memoria a largo plazo.
El que seamos capaces de vivir de forma civilizada, contener los impulsos, crear y respectar valores o concebirnos a través de una proyección mental, se debe a la forma en la que han evolucionado nuestros lóbulos frontales.
Lo que me escuece de vez en cuando, es que no hayamos superado como especie la peligrosa costumbre de tomarnos muy largos periodos de vacaciones de nuestros lóbulos y dejar que las cosas se desmadren observando con apatía. Y sólo entonces, en medio del caos, abordar los desastres desde la resaca de los impulsos y la tendencia chic del síndrome posvacacional.
Basta leer la red.