Cuando el Frente Popular francés instauró la entonces contranatura disposición de reconocer el derecho de los trabajadores a, unos días al año, cobrar sin trabajar, realmente creía que estaba llevando a cabo una acción progresista, pero a mi me da que no fue más que una jugada maestra del capitalismo para sentar las bases de otra industria, la del turismo masivo. Y es que si nos ponemos teóricos, el concepto del flujo circular de la renta es implacable.
Además, en esa nueva industria, los que menos tendrían derechos serían sus empleados directos, que estarían sometidos a la temporalidad y sueldos precarios. Vamos, una versión rebuscada de la explotación del hombre por el hombre cómo se decía antes.
Bueno… al comentario banal al que iba: la cosa está en que yo acuso directamente a los Acuerdos de Matignon de tres exasperantes consecuencias de la masificación del descanso producidas por las vacaciones pagadas. Los comedores atronadores en los que se engulle como si no hubiese mañana, las playas con espacios solo aptos para contorsionistas y su invento estrella, los amores de verano. Todas ellas pequeñas tragedias de occidente a las que nadie en su sano juicio renunciaría.
!Lo que dirán de nosotros los antropólogos del futuro! Vergüenza.