A la gente con frecuencia se le olvida que Rosa Parks no sólo rehusó levantarse de su asiento de pasillo reservado para gente blanca—las otras tres personas de su fila de cuatro asientos si lo hicieron—. Además, completó su negativa con un pequeño gesto que delineó mucho mejor sus intenciones: Se deslizó al asiento contiguo, el que daba a la ventana.
Enérgica sutiliza.