La privacidad ya no es lo que fuere.

photo-album-631084_1280Como nativos digitales (sic), nuestros hijos se verán expuestos a un ambiente más hostil, en relación con su privacidad, del que nos tocó vivir en nuestra infancia.1

Las fotos de cuando sus padres eran pequeños no pasaron nunca de un álbum familiar en papel, que hojeábamos de vez en cuando y que, a lo sumo, mostrábamos a los familiares cercanos. En ellos está, seguramente, esa foto que de adolescente o adultos nos avergonzaba y que no queríamos que nadie viese.  Ellos por el contrario, y en muchos casos por la irresponsabilidad o desconocimiento de sus padres y profesores están viendo incrementar de forma descontrolada su rastro privado digital a todo el planeta a través del regalo de su imagen (de sus experiencias en imágenes) a varios terceros: Desde las redes sociales hasta cualquier tipo de servicio en la nube.

Me da por pensar que si los jefes de la Stasi hubiesen imaginado lo fácil que era obtener toda la información del pueblo, simplemente quitando la palabra «secreta» de sus actividades (que incluía hasta una división de análisis de basura), el desarrollo de las tecnologías de la información se hubiese adelantado cincuenta años y tendrían un aire eslavo2.

Junto con la transformación de la privacidad la palabra pudor también está entrando en desuso. Aunque lo más probable es que termine sumando una acepción para significar algunas actividades de lo anteriormente conocido como vida privada.

Dado esfuerzo que implicó el que la privacidad llegara a  figurar como una derecho humano, me resulta conmovedor la tranquilidad con la gente acepta que un completo extraño, a quién llama red social, le diga cosas como éstas sin despertar la mínima inquietud:

Sea cual sea el país en el que reside, usted nos autoriza a utilizar su información, y por lo tanto a transferirla y almacenarla, en los Estados Unidos de América, Irlanda, y en cualquier otro país en el que operemos. Las leyes de protección de datos y de privacidad en algunos de estos países pueden diferir de las leyes del país en el que usted resida.

ó

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Vamos, como si nada. Da la impresión que la gente ve alguna diferencia entre la vida real y la digital cuando realmente no la hay y que aún piensa que lo que publica en la red es reversible.

La más curioso del asunto es que, una vez más, hay gente que se ha hecho infinitamente rica aprovechándose de la plasticidad del ser humano para adaptar un concepto. En este caso, regalando un excedente de intimidad para que otro lo venda.

No se trata de comenzar una cruzada a lo Amish ni de demonizar las redes sociales, sino asumir que, posiblemente, ya es hora de ponerle en lugar visible aquélla advertencia que adosamos a otros males necesarios, como el alcohol o la banca, y que invita, al menos para guardar las formas, al consumo responsable.


1.- Un poco raro lo de nativo digital. Como si su madre no los hubiese parido en analógico, con fluidos, dolor y esas cosas bíblicas.
2.-  Como veis, el espionaje tampoco es lo quera.

 

dolor de patria

La Patria no es más que un racimo de primeras veces, por eso se pueden tener varias patrias a la vez. Lo que comenzó siendo la forma que se inventó el poder medieval para abaratar los costos de la guerra y no tener que tirar de carísimos sicarios asalariados sino de entregados súbditos low-cost, ha devenido por obra de la historia en una forma de identidad colectiva.

Sin embargo, resulta determinante que este concepto, al parecer homogéneo, no tenga un sólo significado, sino que esté compuesto a base de multitud de recuerdos individuales: Ese conjunto de primeras veces en las que, esencialmente, se ha sido feliz o se ha crecido como persona, habitualmente con dolor. Sólo las primeras veces tienen la potencia suficiente para asirse a la conciencia y modelar nuestra personalidad.

Cuando el equipo de fútbol de un país gana un partido al de otro, la euforia colectiva no hace referencia a un único sentimiento del llamado orgullo patrio sino al que los recuerdos que cada uno de los seguidores ha elegido para asociarle a ella. Por eso es un concepto tan plástico, tan dúctil, tan manipulable, porque al tirar de los recuerdos arrastra consigo un manojo de emociones. Creo que la patria no es un ligamiento histórico o jurídico, sino intensamente afectivo.

Así, el extraño sentimiento de sentir dolor por la patria, conlleva sentir dolor por las emociones particulares que la conforman. No se trata de dolor por una identidad imaginaria, ni de un concepto asociado a una nación o a una estado. Hay muchas patrias que no son nación y naciones que no tienen estado. Se trata de sentir dolor por el maltrato de tus recuerdos, lejanos o cercanos, pero particulares al fin.

Por eso pienso que seguimos siendo víctimas del poder cuando dejamos que el concepto de patria, así, en colectivo, forme parte del discurso político, porque hace el mismo daño para la convivencia pacífica entre diferentes, que las creencias dogmáticas o la religión, especialmente, cuando el concepto es secuestrado y convertido en fe. Patria es el nombre común que le damos a sentires diferentes, construidos de forma muy personal en el neocórtex de cada uno.

Cosas distintas son el territorio, la nación, la identidad social y el contrato de convivencia que nos damos los grupos humanos. Incluido, como no, a quién pagamos impuestos para que los administre y organice todo lo anterior.  De esta forma, cuando se atenta contra el territorio, contra la nación, o se viola – elegante o cruelmente – el contrato de convivencia; los agresores (casi siempre patriotas gobernantes) no están traicionando a la patria, lo que parece despersonalizar el asunto. Total, siempre pueden argumentar que lo hacen por defender a su patria. A lo que se están traicionando realmente es a las personas, a cada uno de los individuos y a su derecho de buscar la felicidad (si a eso osáremos) en paz y en libertad.

Notas relacionadas:
Caribe.

En la sala de espera

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Yo no soy hipocondríaca, pero no sé porqué. Debe ser porque tengo la cabeza de aquélla manera. Pero no me importa. Yo hice un curso de física en la universidad sobre la dilatación espacio-temporal que no entendió ni el emérito que lo impartió. Ya la física no es lo que era, y por eso vivo en San Edermo del Cortijo y como salgo por el pueblo he visto muchos futboleros hoy, porque hay final de no sé qué en no sé dónde. Algo de Europa, creo. De habitual no se ven tantos por el pueblo, pero va a ser que a la gente le gusta mucho eso de finalizar. De pequeña, estando en clase de religión, el cura, que era muy cotilla, me preguntó de qué pueblo era, y cuando le dije de San Edermo, me dijo que era una lástima y había que aprender a vivir con eso. La cosa está en que a mi las vitaminas liposolubles no me gustan porque dan tumores. Y eso debe ser verdad porque lo leí en una revista. Allí ponía que las españolas tenemos la vitamina D baja y eso lo están investigando. Las suecas no, aunque tienen menos sol y más tetas. Muy curioso y preocupante. Y como soy española también la tenía baja y entonces me mandaron un tratamiento de choque. Yo presenté un escrito para reclamar porque casi me mata. Porque yo estudie física en la universidad y también soy abogada, aunque os de la risa. Como a mi mejor amiga, que se ríe cuando se lo cuento. Ella es muy inteligente pero tiene muchas enfermedades porque las ha heredado. Afortunadamente la inteligencia no es hereditaria, así que puede tener descendencia sin preocuparse de que sus hijos no sean felices. Pero su chico es de San Edermo y la toca poco, por lo del fútbol. Y eso es un suplicio. Como el mío con este picor en las yemas de los dedos.  Debe ser por crecimiento de las uñas. Veinte años con mis uñas cortas y limpias y tener que dejármelas crecer para la primera comunión de una sobrina-nieta… lo que uno hace por los hermanos. Pero sólo porque es el mayor, y merece respeto, que si no…

Me levanto, que es mi turno. Hasta luego maja.