Casi perfecto

wordprefect-final3pngHubo un tiempo de valientes en el que las ideas se llevaban al ordenador a palo seco y en pantallas de monocromo. Donde memorizabas muchas más combinaciones de teclas que el control-z y donde lo que veías no era lo que obtenías sino lo que intuías. Durante ese periodo histórico de la informática dos procesadores de textos dominaron el mercado y libraron una muy bonita lucha que, cosas de la vida, terminaron perdiendo ambos: WordStar y WordPerfect.

A juzgar por los recursos con los que contaban, no sólo técnicos, sino también de gestión, en esas pequeñas empresas no se hacía software sino milagros. Gente sin experiencia que creaba empresas millonarias a pulso y en una forma muy alejada de las tecnológicas que vendían humo en la crisis de las puntocom. Una de ellas, WordPerfect, se convirtió en líder de su sector de una forma muy particular porque nunca realizaron una ronda de financiación y lo hicieron a remontada.

Es raro encontrar a alguien que te cuente una historia empresarial de ascenso y caída como la ha contado Pete Peterson en AlmostPertect. Fue el tercero de abordo de WordPerfect (siendo empleado y no socio) desde sus inicios hasta poco antes del comienzo de su declive. Con un lenguaje claro y sencillo (sin tecnicismos ni complicaciones) y un tono de sinceridad de principito, Peterson engancha desde la primera página. Aunque por experiencia conocía el final, fui encadenando los amenos capítulos no sólo por los hechos sino por la opinión curtida de un protagonista de excepción. Tiene mucho mérito, porque lo publicó poco tiempo después de su despido, con el que precisamente comienza el libro.

Muchos aspectos y detalles resaltan y divierten, pero hay uno especial porque a mi juicio fue el paradójico responsable tanto del éxito como del fracaso de la aventura: Fue una empresa donde los programadores definían el producto y no el departamento de marketing. Por eso creí encontrar una explicación para dos de las señas de identidad de su diseño: el minimalismo y la coherencia conceptual.

It was somewhat unusual for a software company to let the programmers decide the future of its
products. We were, however, a company founded and owned by programmers, where programmers
were treated with an extra measure of respect1.

AlmostPerfect, How a bunch of regular guys built WordPerfect Corporation, es una deliciosa obra ya descatalogada, pero podéis leerla sin coste por cortesía del propio Pete Peterson en esta dirección. Tomad en cuenta que fue redactado hace más de veinte años y mucho ha escampado. Os sugiero leerlo con la mirada adecuada ya que guarda los secretos de una época que contrasta con la invasión a la privacidad de los editores de texto de hoy; esos engendros que escudriñan lo que escribes para sustituirte las palabras correctas por aquéllas que con escrupulosa inferencia bayesiana  tienen mayor probabilidad de meterte en líos.


Notas relacionanadas:
Software Arqueológico

Para los más jóvenes: Si queréis experimentar la sensación de «a palo seco», podéis viajar en el tiempo y escribir en WordPerfect aquí. (¡ya con un poco de color!). Por cortesía de la más hermosa iniciativa para preservar nuestra memoria colectiva digital: archive.org

1: Hoy en día es difícil encontrar las palabras respeto y programador juntas en una misma frase, salvo que tenga intención reivindicativa.