“…esto tuvo que haberlo inventado un hombre”. Siempre me ha llamado la atención esta expresión, que aflora de casi cualquier mujer cuando quiere referirse a la incomodidad, falta de delicadeza o completa humillación a la que son expuestas por ciertos “inventos” masculinos. Hablo de aquéllos que han sido efectivamente diseñados con la “intención” de mejorar sus vidas, no de las exclavisantes y degradantes imposiciones y vejaciones culturales. Sin malentendidos sexista pues, que además no me van como vasallo matriarcal.
Me resulta curioso, porque en realidad apelan a una Solidaridad de Género por parte del inventor. Quiero decir, que asumen que si lo hubiese inventado una mujer, probablemente se hubiese adaptado mejor a sus necesidades dado que experimentan en carne propia. De hecho, resulta lógico. Sin embargo, creo que en la mente de los inventores, hombres o mujeres, parace no haber consideraciones de género. Y aunque es cierto que podrían entenderse mejor las necesidades, no por ello satisfacerlas más adecuadamente.
A ver. Podríamos generalizar diciendo que casi el cincuenta por ciento de los profesionales de las ginecología y obstetricia son mujeres. Y con una presencia tan representativa, aun quedan algunas reinvidicaciones antiguas sin atención, como la vulnerabilidad física y emocional al parir acostadas, – ¡para comodida del médico! – o los helados instrumentos de oscultaciones preventivas. Lo mismo en el caso de los hombres, para los cuales la palabras examen de próstata producen sudures frios y palidéz cutánea
Hay un caso que viene como anillo al dedo, para ilustrar este tipo de ausencia de solidaridad de género en los inventores. Gertie Marx, fue una obstetra que se fajó en la lucha por popularizar el uso de la anestecia epidural, cuando ésta (la epidural) tenía muy mala fama. Escribió tres libros y casi un centenar de artículos sobre el embarazo, y dedicó toda su vida al estudio del alivio del dolor relacionado con el parto. Inventó la aguja que lleva su nombre, para facilitar la aplicación de la anestecia epidural, y miles de mujeres se benefician diariamente de su invento. Probablemente, si se les contara sobre los esfuerzos de Gertie Marx, dirían aquello de “mujer tenía que ser…” en alusión a que sólo una mujer que sabe lo que es parir, puede solidarizarse con ellas. Lo interesante, es que Gertie murió hace unos días, a los 91 años, sin haber tenido hijos.