A veces, siento que una de las cosas por las cuales el Caribe vive una crisis político-social eterna, es porque ha adoptado mecanismos de representación política, que no se ajustan a nuestra cultura. Creo que nos hemos dedicado a copiar la logística de la representación, pero sin tomar en cuenta nuestra idiosincrasia. Con lo cual, no hay representación ninguna. Sólo una ristra de vividores, que se han dedicado a adular al “líder” de turno, para a su sombra ser «elegidos» al parlamento y ser llamados doctol. (¡Uy! Perdón por el apasionamiento.)
En la mayoría de nuestros países, los partidos políticos ofrecen listas cerradas de candidatos, para que los electores que se animen, les voten la lista. Los partidos no tienen programas, ni ya defienden aproximaciones distintas de hacer gobierno, ni ideologías para acceder al poder. En fin, no están hechos para representar a nadie. Nuestro poder favorito es el ejecutivo y los demás no importan.
Probablemente, sería más coherente con nuestro temperamento, la constitución de partidos políticos que representen intereses de colectivos muy definidos y prohibir los generalistas. Tal vez así nuestras sociedades estarían mejor representadas en política. Por ejemplo: que los jóvenes tengan un partido, así como los jubilados. Que se forme el partido de los Ingenieros y el de los médicos. El de los bebedores de aguardiente, el de las madres solteras trabajadoras, el de los músicos y los artísticas, el de los brujos y curanderos, el de los desempleados, el de los divorciados, el de los maestros, y así una lista más que de afectos, de afectados.
Además, se podría aderezar el asunto, otorgando un voto dual a cada elector. Quiero decir, cada ciudadano podrá votar a favor de un partido y en contra de otro. Lo cual creo, también ayudaría a aliviar el tormento mental que el caribeño experimenta ante el terror de “perder su voto.”
Obviamente, todo esto es una utopía en forma. Un qué pasaría sí… una nota de frío sábado por la noche.