El último fin de semana se registró una actividad extraordinaria en el terminal de pasajeros de La Guaira. Solamente el domingo, en el barco español «Monserrat», abandonaron el país 580 inmigrantes. La mayoría de ellos eran italianos. Pero los más bulliciosos eran un grupo de gallegos, vestidos con trajes típicos, que celebraban el regreso a la patria, con canciones populares y acompañamiento de gaitas. Los venezolanos que presenciaron el espectáculo asumieron una actitud discreta, salvo un negro gigantesco, cuyo orgullo nacional se sintió herido frente a la alegría de los inmigrantes.
-Si están tan contentos de irse, entonces no vuelvan más nunca, gritó.
Adiós Venezuela. Gabriel García Márquez. 1959.
Una de las primeras indignaciones que experimenta un inmigrante suramericano, recién llegado a Europa, es la falta absoluta de un espejismo: La Reciprocidad Retroactiva. Una esperanza con visos de cuenta por cobrar, que le invita a pensar que los nacionales de España, por ejemplo, le recibirán con los brazos abiertos y le brindarán el mismo trato y las mismas oportunidades, que sus países de origen brindaron a los miles de Europeos, que huyendo del hambre y la miseria, emigraron en la posguerra hacía América del Sur, donde hicieron desmesuradas fortunas como por arte de magia.
Este recién llegado no duda de su apreciación. Ha podido constatar desde pequeño, cómo viven y prosperan con una facilidad pasmosa, los portugueses-charcuteros, los italianos-ferreteros y los españoles-comerciantes. Y cómo ellos y su descendencia son tratados como iguales. Pero el recién llegado, obvia un elemento importante: El proceso.
Creo que está muy lejos de la realidad, considerar que la vida de estos inmigrantes europeos fuese sencilla. O que el entorno estuviese especialmente lubricado para ellos sólo por ser extranjeros. He recabado durante años, en infinitas sobremesas y en improvisadas tertulias de mostrador de abasto, varias historias de inmigrantes jubilados que lloran entre risas, cuando escarban su pasado de sufrimiento. En estas historias he encontrado el más cercano indicio de lo que podemos llamar reciprocidad.
En la nota Chica Seria y Responsable ya comentaba sobre el tipo de trabajo que desempeñaban los inmigrantes. Iban principalmente de chicas de servicio, camareras, choferes, agricultores y albañiles. Sobre su forma de vida es difícil encontrar material escrito, salvo en notas de prensa como ésta del Gabo que encabeza mi nota, y que continúa así: Para un albañil, cuya familia se encuentra en Europa, es materialmente imposible hacerla venir, cuando gana un jornal de 12 bolívares. Lo único que puede hacer, es conseguir un cuartucho con cinco compañeros más, privarse de diversiones y enviar los ahorros a su familia. Dos o tres años después, sin perspectivas, agobiado por la soledad, el inmigrante regresa a su patria. Hagan las sustituciones del caso y tendrán un extracto de la realidad actual de cualquier peruano o ecuatoriano en España. Donde ya se han ganado la denigrante fama, de vivir de a veinte en cuarenta metros cuadrados.
Por otro lado, el laberinto burocrático de permisos que hoy Europa exige a los inmigrantes, no difiere mucho, de los que en su momento países como Argentina o Venezuela les exigían. De hecho, esta última llegó a tener el modelo de visados más estrito, en papel, de toda América latina. La diferencia radicaba y radica, en la desorganización, como cultura, de nuestras sociedades, en la cual los permisos no se otorgan, sino que se compran. En todo caso, era una realidad que servía a las aspiraciones de fortuna tanto de los nacionales como de los extranjeros. La gran diferencia era que nuestra mentalidad la había forjado el petróleo y la de ellos el hambre.
No todos se llenaron de gloria. Muchos fracasaron en su intento o simplemente no soportaron vivir con la nostalgia untada en el cuerpo. Los que se quedaron, lo hicieron con un talante de adaptación digno de admirar, pero no sé hasta que punto lo fue realmente de integración. Se esforzaron y se esfuerzan en mantener y transmitir sus raíces a las siguientes generaciones. (que si son realmente criollas). De hecho muchos de ellos me han confesado la piedra en el zapato con la que van a tener que morir: Ya no ser nacional de ninguna parte.
La reciprocidad retroactiva que reclama un recién llegado, es una súplica de consuelo. Una expresión de desconcierto ante una dura y cruel realidad, para la cual no estaba preparado. Si la reciprocidad colectiva fuese una norma, los europeos aún le estarían pagando el plan Marshall a los estadounideneses. Y los franceses en particular, agradeciéndole los muertos de Normandía, con el sacrificio de sus soldados en alguna desafortunada aventura mesopotámica.
«Y cómo ellos y su descendencia son tratados como iguales»
¿Dónde, en Venezuela? Pues si me dices en qué lugar, genial. Desde que yo me acuerdo, o sea desde que tengo uso de razón, cada nacionalidad acá está vista con la lupa de los estereotipos, incluso tú los mencionas acá… Muy triste, la gente crece sin respeto alguno hacia los gentilicios y nacionalidades…
Yo le voy a hacer caso al negro, definitivamente.
Venezuela es uno de los países de Sur América que menos arquitectura de la colonia tiene, si lo comparamos con otros, los nativos preferían morir a trabajar, más de 500 años después, la historia sigue siendo casi la misma.
Hola Susan:
En todo caso, hago referencia a lo que he recabado también de primera mano. El aspecto de trato igualitario está orientado a las oportunidades. A la ausencia de prohibiciones y obstáculos culturales y burocráticos específicos para que hiciesen fortuna. Mi intención es intentar contraponer un argumento a ese reclamo que tanto estoy escuchando de la mano_de_obra_calificada_emigrante_de_suramérica, (aún hijos de inmigrantes) en cuanto chocan con la realidad del proceso migratorio.
También habría que matizar que el uso de los estereotipos, no implica, necesariamente, un irrespeto a los gentilicios, ni un trato desigual o vejatorio: Como cuando se habla de los caraqueños-sifrinos o los maracuhos-regionalistas.
Los ejemplos con su decendencia me lo ponía un amigo italiano cocinero. Por ejemplo, con el sólo hecho de haber nacido en Venezuela, su decendencia era venezolana, aunque él no lo fuera. Eso no existe en ningún país de Europa. Ese sólo aspecto, le proporcionaba muchas facilidades a sus hijos.
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Puedes tener la tranquilidad de solidarisarte aquí con quien quieras 🙂 Aunque, a ver, quién le lleva la contraria a un negro gigantesco. 😉
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En el último párrafo me he perdido un poco…
Como siempre un Beso.
(nota al margen: Oca, yo se que tu cuidas mucho la ortografia, asi que aclaro que no tengo acentos en mi teclado…bien continuo entonces)
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«….prosperan con una agilidad pasmosa».
Me voy a referir con hechos a lo que sucede en Venezuela. El año pasado los venezolanos NO TRABAJAMOS UN SOLO MES COMPLETO. Todo el año hubo que si huelgas por alla y por aqui y a eso hay que agregarle el dia del colibri, de la madre, 19 de abril y el largo etcetera de fiestas nacionales. En los doce meses hubo interrupciones…repito no hubo en Venezuela un solo mes que se trabajara las cuatro semanas.
Ha terminado la semana santa, y ya estamos otro puente.
Pero claro esta la culpa es de la Pantera Rosa.
«un irrespeto a los gentilicios, ni un trato desigual o vejatorio: Como cuando se habla de los caraqueños-sifrinos o los maracuhos-regionalistas»
A mi sí me parece…
Eso de andar generalizando gente…
Yo odio al Zulia y nací en Maracaibo pero no me siento ni maracucha ni nada… ¿entonces? ¿cómo explicar mi caso?
Susan: Dado que esperas que la tierra la devore uno de estos días… (16 Nov 2003) pues resulta en balde buscar explicación a tu caso. El odio no se explica, se vive. 😉
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Bueno, para evitar malos ententidos, las generalizaciones que he utilizaco tienen una intencionalidad positiva; para la facilitación del desarrollo de la nota. De todas formas hoy en día es muy dificil adjetivar o metaforizar y salir ileso. Hace unos meses, Vargas Llosa tenía que disculparse en una nota por haber usado en la anterior, una referencia a la tartamudez. La asociación de tartamudos españoles casi que llama a un boicot contra el escritor.
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Khan.
Aunque es indudable que la cantidad de horas trabajadas repercute directamente en la productividad de un país, yo siempre he tenido mis dudas. Por ejemplo, España tiene 14 días festivos al año, que deben ajustarse en consecuencia. Así que, a veces, celebran a unos santos sacados de la manga para cuadrarlos. De más está decir, que cada trabajador tiene derecho a sus vacaciones pagadas, así que en redondo trabaja 10 meses y medio al año. Aún así, el país tiene un nivel aceptable de productividad, no se acerca a la media europea, pero bien en términos generales. (otra cosa son la precariedad de algunos empleos.)
Bueno, lo cierto es que probablemente nuestro problema, no tenga que ver con productividad pura y dura, sino con efectividad y eficiencia social del empleo. ¿cuánto trabajo repercute en la competitividad del país? ¿cuántos trabajadores pagan impuesto? ¿pueden sostener la Seguridad Social? ¿cuánto se muere en la buhonería? Perdomadme el aire dramático pero, hay millones de venezolanos que se levantan de madrugada para salir a ganarse la vida y llegan muy tarde a sus casas, que casi ni ven a sus hijos, que sortean los atracos en el transporte público y el estress del la escases. Muy probablemente me equivoque, pero creo que son la mayoría. Y con toda esa inversión, de cuando menos su tiempo de vida, no puede ni siquiera recibir una aspirina pagada por la seguridad social. Es un esfuerzo no contabilizado en la economía del país. Insisto, hay elemento culturales involucrados, pero no creo que trabajando más, trabajas mejor.
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K. Te puedo asegurar que no cuido la ortogradía, sino que me cuido de ella. 😉 Así que sientanse aquí todos libres para plantar herejías, que a mí me salen unas muy provocativas.
Besos a ambos.
Hablando de lo que le dices a K…
¿Quién es Vargas Lloza?
Porque yo conozco a V. Llosa…
Pero Lloza… no… ese no… 😛
…
Si alguien no es testigo de una vida, entonces sí hay que explicar…
Porque si a todas estas vamos, nada se explica, todo se vive, entonces no tenemos ni necesidad de hablar, ni escribir…
Vivimos y ya… sin dar explicación alguna… en anarquía total…
in the UK? 😉
post data: si siguen tan graciosos les voy a quitar el permiso de citarme… (sí, K. y O, es con ustedes)
A todo lo que dices Oca, con respecto a que la vida de los inmigrantes nunca fue un lecho de rosas, hay que mencionar la paradoja no mencionada de la mal disimulada xenofobia, cuyas deshidratadas raíces parecen estar siendo objeto de concienzudo riego en la actualidad.
Con respecto a no ser nacional de ninguna parte, es tan cierto que una se acostumbra a vivir desenraizada: No soy de aquí ni soy de allá, es la frase que mejor me describe. Siempre me ha gustado sentirme ciudadana del mundo, lo cual cada vez que lo ofrezco como respuesta frente a la preguntita de rigor – y dale con la preguntita: ¿De dónde sós?
causa muchas ronchas…. El común de la gente es tan tribal!
Un saludo galáctico
Palas
¿Por qué una paradoja?
Puede un inmigrante prosperar en sociedades xenofóbicas. (Bueno, sí, tontarías mías.)
¿Habrá que localizar otra palabra?
¿Lo que experimentan será realmente la definición pura de Odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros?
¿Habrá diferencia entre el simple miedo y la xenofobia?
También me gustaría pedirte un comentario sobre el clamor de la reciprocidad retroactiva. Desde que he escrito la nota he escuchado 3 conversaciones más de tren, en las cuales hasta argentinos están reclamando reciprocidad a toda el hambre que con carne, casi regalada, calmaron a las víctimas de la posguerra española.
¿Y como le llamamos al Odio, repugnancia u hostilidad de los extranjeros hacia los nacionales. Que también veo mucha.
Besos.
a veces los extranjeros fastidian, así de simple…
los turistas que le traen tanto ruido y superficialidad a las ciudades…
los que son dueños de una ignorancia imposible de erradicar…
bueno, a veces toda la humanidad fastidia…
xenofobia o misantropía? 😉
Palas me recuerda algo que siempre decía en el único chat que he asistido, el extinto «Ateos y Teístas» de MSN.
Me preguntaban siempre que de dònde era y yo contestaba que en Internet como que nos somos de ningùn lado puesto que estamos aquì y estamos allí y a veces como que no estamos.
Ahora acabo de ver un documental sobre atropología en donde hay una teorìa revolucionaria que dice que el color de las razas sobre todo el amarillo y el negro es debido a un proceso de protección natural de la piel como protecciòn de los rayos ultravioletas. Lo cual echarìa por tierra muchas teorìas.
Hola Susan:
Algunos no fastidian, como los que hacen los trabajos que los nacionales ya no quieren hacer, como limpiar, trabajar el campo, cuidar ancianos y así.
Bueno, puede que en carible haya xenofbia, pero al menos se ve poco racismo.
Hola K.
Entonces, que será de los que somos mezcla, que no respondemos a un proceso previo de adaptación… ¿quién nos da protección de los rayos…? 😉
Besos a Ambos.
Reciprocidad, sí, pero ¿porqué retroactiva? Reciprocidad y punto. Empatía, compasión, pero ¿retroactividad? que suena a lo obligado por ley, que suena feo y deja mucho que desear.
Y el punto no es pretender cobrar supuestos favores, porque con la inmigracìón todos los países suramericanos salieron ganando, (bueno, no todos pero no entremos en disquisiciones ahora) sino considerar que si una generación contribuyó al alivio de las penas ajenas de una parte del mundo, como el péndulo va y viene…. sin cesar, ahora es turno de hacer lo propio por el prójimo dos o tres generaciones más tarde.
Si te fijas Oca, en la comedia de la vida somos siempre los mismos actores cambiando de roles… generación tras generación. Claro, también hay países con karmas que duran centurias o milenios, pero eso es ya otro asunto.
Por otra parte, creo que el término xenofobia hoy día podría aplicarse más que nunca. Es la guerra de todos contra todos y su causa es la ignorancia y dos de sus hijos más famosos: el miedo y el odio.
Nos fastidian los extranjeros …. pero nos interesa la mano de obra barata, explotada ( O si no, pregúntenle a los ilegales en USA)
Nos molestan los extranjeros … pero como a mí me educaron para ser «dotora», o mejor aún, me enseñaron una frasecita que repito muy bien: «… es que yo soy mala pobre…» pues siempre es útil tener a alguien que haga lo que yo ni borracha haría porque antes muerta que fregoteando!
Frontera entre el miedo y el odio? Ninguna, están juntitos, se dan la mano, son tan parientes como la ociosidad y el vicio.
Bueno, esto está muy interesante, pero ya me dió sueño, así que parto hacia el reino de Morfeo antes de seguir diciendo insensateces
Palas
yo voto por: sí hay racismo…
y MUCHÍSIMO
tengo compañeros de clase que no se quieren sentar cerca de las chicas que son wayuu…
tengo compañeros de clase con madre wayuu que se mueren de la pena cada vez que alguien les recuerda que la madre es wayuu…
las tribus son aniquiladas
mal vistas
rechazadas…
siempre acá ha sido así
¿eso no es racismo?
¿entonces qué es?
Oh sí que lo es, Su!
Es la misma picazón que les da a los italianos de 2a y 3a generación en USA. El cretinismo llega al punto que estas familias ya nisiquiera le enseñan a sus hijos el idioma… No matan a su gente, pero la aniquilan en su registro de memoria como quien quiere olvidar una enfermedad vergonzosa…
En el caso de los indígenas iberoamericanos, los descendientes de las víctimas se sienten avergonzados de su condición de tales !qué cosa! verguenza debería darle a los demás aniquilar, destruir y menospreciar a otros seres humanos por razones tan irracionales como el alegato «étnico»en cualesquiera de sus empaques o versiones, dicho lo cual creo que Hitler sí dejó descendencia y mucha! diseminada en todo el orbe.
Ah! pero no creamos que el «racismo» es de los pálidos contra los coloreaditos, solamente: En Trinidad los pálidos deben aguantar más de una insolencia, porque como es lógico allí los dueños de una piel con visos de desteñimiento son el blanco de la agresión. ¿Qué tal?
Un saludo de este miembro – espero que temporario – de la tribu humana, con esperanzas de ser relevada de tal rol.
Palas