Digamos que, desde un punto de vista de salud pública, deberían aprenderlo por si acaso. No vaya a ser que un día de estos una tormenta solar deje sin efecto la comunicación mundial moderna, a los pequeños les entre el mono comunicativo y no tengan con qué sobrellevarlo. Vamos, que si tienen que escribir una carta, les de un algo. Pero la verdadera razón por la que lo considero importante, es porque le da una oportunidad al cerebro para ejercitar un tipo de abstracción, esa que asocia y sustituye unos sonidos o imágenes por otros y que al juntarlos, le otorga significado. Todo en un sólo movimiento en el que se juega con la codificación.
Hoy en día, sólo las matemáticas se encargan de fomentar el pensamiento abstracto cuyo mayor exponente en la infancia es el uso del cero para designar la nada. Pero creo que otros esfuerzos un poco más elaborados, como comprender el concepto de fracción, resultan habitualmente en fracaso porque el fomento del pensamiento abstracto está de capa caída. Especialmente, en otras áreas de la educación básica, como por ejemplo, la lingüística. Comprender es, esencialmente, forzar a tu cerebro a usar la imaginación para dar significado.
Lamentablemente, hoy a nuestros chicos los estímulos les vienen muy masticados. Desde los dibujos animados hiperdetallados hasta los cuentos infantiles repletos de diálogos objetivos. Cuando se topan con una metáfora, una dilogía o una sinestesia, se quedan un poco en blanco. Ahora entiendo a mis maestras de infancia, que a los chicos un pocos lentos como yo, los obligaban a leer poesía para mejorar en matemáticas. Y aunque seguí siendo malo en la parte operativa, se me hizo muy fácil asimilar el concepto de límite o imaginarme un sólido de revolución llegado el momento.
Lo bonito del Código Morse es que puede ser transmitido por varios medios y que sirve como preámbulo al pensamiento computacional, porque, en definitiva, es un código binario que funciona con puntos y rayas. Además, y este es uno de sus ganchos, permite jugar a los secretos, cosa que a los niños les encanta. Antes el Morse venía grabado en los walkie-talkies infantiles y uno lo aprendía por libre, pero nada costaría enseñarlo en el cole.
Cuando tuve mi primer móvil con capacidad para recibir mensajes de texto – un entrañable Nokia – y recibí mi primer mensaje, sentí como si de pronto me jalonaran a la infancia: Los ingenieros de aquella empresa habían realizado un enorme guiño a toda una generación usando el Código Morse para el tono de aviso de mensajes de texto, transmitiendo en puntos y rayas el acrónimo SMS*. Si en estos días alguna empresa se tomaran esa libertad, es probable que nadie le diera significado más allá de un molesto pitido monotono.
-… . … — …
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SMS en Código Morse [… — …]. Seguro que os suena.