Mediría unos tres años recién cumplidos, ojos de retratante y una urgencia enorme de hacer pipi. La practicidad de los genitales externos animó a la madre a sugerirle al niño la aventura de regar alguno de los arbolitos-palo de la plaza, esos que retan inmóviles las peladuras del final del otoño, y el urgido estuvo de acuerdo. Pero ese sentido del desperdicio propio del adulto, llevó a la madre a acercarle al árbol más a la mano –o al pipí, según se mire-, ante el cual el niño, apretándose la llave con saltitos de aguante, le decía, como auspiciado por la convicción austera de los jardineros nipones: en este no mami, en aquel otro. Creyéndose víctima de esos caprichos desesperantes, con los que de niños solemos escrutar los extremos insondables de la paciencia de los mayores, la madre se resignó y le llevó en volandas al árbol de al lado, con el mismo resultado: en este no mami, en aquel otro, ¿¡en cuál!? En aquél, señalando a un alopécico y pasmado arbolito, al final de la hilera de la plaza. Ya mientras se liberaba, haciendo diana en la raíz de aquél palito desnudo, la madre le preguntó, desde esa posición de arco, que les deja la espalda maltrecha, que por qué se empeñó en ese, teniendo tantos otros de donde escoger. La respuesta fue bien clara, alternada ya con los últimos chorritos agonizantes de su particular aspersión: Porque es el más pequeñito mami, y necesita agua para que crezca.
Pareciera un contrasentido de la evolución, que ante ciertas situaciones en la vida, optemos por decantarnos hacia el más débil. A identificarnos con el que lleva en contra las probabilidades. Hacia donde podríamos obtener menores recompensas o gratificaciones inmediatas. No me refiero a un simple sentido de solidaridad, sino a esa sensación de estar optando por lo correcto, en concordancia con la imaginación y a pesar de las miradas laterales que nos ofrece el entorno. Pienso que este detalle es el que hace que haya gente que quiera fugarse con los circos, que pinte murales para combatir las drogas, que vote por los candidatos minoritarios, visite ancianos en sus ratos libre o se haga socorrista por vacaciones, por el simple sabor de hacerlo.
Presenciar clandestinamente estas pequeñas historias, me da para creer que perdemos ese sentido en algún momento de la infancia, es una lástima. Seguro que con esto no nos acercaríamos a una utópica paz mundial y probablemente no viviríamos en un mundo mejor, pero al lo mejor, habría más gente en quien confiar… activo escaso por estos días.
Nota del Cartero: Haced ejercicio de imaginación querido lector, y pensad que el niño apunta a un árbol y no a un soldado. Es que no encontré una foto más adecuada. Contra ellos no tengo nada, sólo me preocupa cuando van a la guerra.
Fino hiláis ( como siempre) querido Oca.
Mas yo, terrena y visceral a pesar de mis orígenes divinos, sólo puedo decir que hay muchos árboles, arbustos y matojos que con gusto regaría, de no ser por el natural pudor del que aún no logro despojarme.
Un abrazo,
Palas
El comentario que debería haber hecho aquí lo hice en donde está «La Papisa», ya que esos temas me entusiasman. Aparte de que he estado un poco atrasado con las lecturas casi obligadas de esta web.
Lo que quiero decir que estoy unos días atrasado.
Así que el comentario que corresponde a este post lo hare o bien pasado mañana o el domingo.
A menos que quites el pié del acelerador porque estás yendo un tanto rapidín en estos días.
Si, parece que Oca conectó el turbo jet y va a millón. Debes tener las dendritas recalentadas…
Un beso,
Palas
Abrumado por vuestro verbo, dilectísimos compañeros en el vicio de escribir, apenas atino a teclear lo que la fotografía sencillamente me sugiere: vaya chapuza de soldado, que no se da cuenta de que la lluvia no es tal. Y felicidades al niño, porque orina gracias a su feliz ignorancia, algo que si fuera más mayor habríamos atribuido a sus atributos masculinos.
Palas:
Contingo, como con el Sr. K, me pasa lo mismo. Hay párrafos que quito del original, en favor de la concreción, a veces sacrificando el contendido, pero lo hago con tranquilidad, ya que sé que alguno lo terminará colocando el los comentario. Como siempre terminas rescantándolo, cual telépata: El mio decía. …aunque hay gente que «con gusto» regaría ciertos árboles, no para ayudarles, sino como perfecta expresión de sentimientos. Que mejor que regar, cuando no tienes nada suficientemente malo que decir.
Sr. K.
Entonces yo le respondo aquí el de la Papisa: No, no he leído el Vaticano contra Dios… pero si uno un poco extremo, de un señor también ¿extremo? Carta de Jesús al Papa (Juan P. II) de Sánchez Dragó. Leer con cuidado. En todo caso, buscarelo para manter la onda, a veces encadenando libros de un mismo tema, te diviertes más.
Autista
Bienvenido y lamento abrumarte. Busco más bien lo contrario 😉 pero no siempre me sale… ya aprenderé… Espero verte de seguido por aquí.
Ahora, lo que no sé es si el niño hace lo que hace por ignorancia.
Por cierto, cual será el antónimo de abrumado… ¿tal vez relajado? voy a ver…
Para todos
Y yo que pensaba que esto de tener que trabajar para costearme la vida le estaba quitando tiempo (y calidad) a este escape. Le decía ayer a mi compañera. … es que llego tan cansado que no puedo ni corregir ningún borrador para publicar. En todo mayo sólo pude publicar siete notas… y mis lectores consideran que voy en turbo 🙂 Bueno, entonces a petición de mi íntima y benevolente audiencia, quedamos en dos por semana y listo.
Besos a todos.
Oca.
No, please!
Que tu fuente de inspiración no se adapte a la lamentablemente reducida capacidad de tiempo de tus lectores…
Sería como haberle pedido a Picasso «pintar por encargo»
Querido Oca, vos seguid al trote que vuestra vena inspiratriz marque, que nosotros, vuestros consecuentes lectores, os seguiremos en la medida en que podamos … y siempre hemos podido, mal que bien, no?
Un beso de inicio de semana!
Palas