Los emigrantes nos llevamos una foto instantánea del país cuando partimos. Como por instinto. Ésta tiene el doble propósito de servirnos para contrastar las diferencias cuando volvemos de visita, y también como nevera donde conservar adecuadamente un convaleciente arraigo.
Pero a veces pasa el tiempo, y en una de esas vueltas varias veces pospuesta, uno se sorprende al descubrir ciertas singularidades (para hablar en términos cósmicos) que contrastan demasiado con aquella instantánea. Tal vez por eso Alberto, un gallego en cuyo negocio almorcé regularmente cerca de cuatro años, me decía que aunque quisiera, él no podría volver a «España», porque cuando la veía por la televisión, ya no le parecía lo fue. No la reconocía en su foto. Había desaparecido.
No quiero hablar de esas grandes diferencias, no es para tanto, sino de las pequeñas, que curiosamente pueden surgir de un día para otro. De las que se toman nota y ya. La primera es la proliferación, a veces angustiosa, de los anuncios de las farmacéuticas para el tratamiento de la disfunción eréctil. Si estas empresas publicitan sus productos de manera tan omnipresente, es porque hay mercado. Y esta catástrofe masculina, a pesar de la sonrisa del anunciante, tendría que haber alcanzado proporciones endémicas. Yo hasta esperaba los partes de la campaña anti-disfunción por parte del Ministerio de Sanidad. En mi foto, el único que figuraba, era un tímido Pelé, con una sonrisa panorámica, que te aconsejaba consultar con tu médico. Pero vamos, como entre dientes, despreocupadamente. ¡Coño compadre, tranquilo que esa vaina se cura!
También están los anuncios de algo llamado medicina sistémica. Admito que no me quedó muy claro, pero a partir de lo que leí en los potecitos, son como la versión moderna de los antiguos yerbateros. Aparecen testimonios y todo, como en los anuncios de los adelgazantes. Con gráficas y eso. Una vez más, lo más parecido a curas milagrosas que llevaba en mi foto, eran unos señores del Brasil, que a grito limpio le ordenaban a la gente: ¡pare de sufrir!
Tanta cosa y mira que las paperas se siguen curando con un collar de limones verdes y unas hojas de mango impregnadas con aceite de oliva y sal. O la lechina, que si no se baña uno con hojas de mata ratón, no se cura. O la culebrilla, que al igual que el mal de ojo, si no se reza, no hay nada que hacer. A ver cuando Bayer saca una pastillita para el mal de ojo y revoluciona la industria. ¿Ah? Cómo es posible que en el tercer mundo tengamos que seguir curando estas enfermendades, con métodos de la colonia.
No digo que estas cosas sean buenas ni malas. Sólo digo que son diferentes. Que no me mojo, porque esta es una dispersa nota de verano. Y ya.
Todo esto me trae a la memoria una película que hacía tiempo quería recomendarles. Aunque no sé si fue exhibida en Venezuela. (o de donde sea el querido lector) Es Good Bye Lenin. En ella estas situaciones alcanzan el paroxismo, y mantienen un constante que pasaría si de lo más entretenido. Es la primera película alemana que he visto y pues, no sabía que los alemanes podían hacer un cine así. Mira de lo que se pierde uno por la «dictadura» de los paradigmas y la «democracia» de hollywood.
Eso.
No me quedó clara la intencionalidad del mensaje: Es un grito de alarma por la creciente disfuncionalidad masculina en el terreno amatorio físico?
O quizás un sentido lamento por la trivialización de tal mal, dado que los famosos (pocos) sufrientes se dejan retratar «como si nada» anunciando que sí, que lo que siempre ha sido de alta consideraciòn para el género masculino ahora anda -literalmente- de capa caída, pero tranquilos, machos, que no pasa ná.
O acaso la crítica al enmascaramiento de una evidente epidemia mundial que no se reconoce públicamente, más allá de la proliferaciòn del Viagra y similares?
En todo caso me divertí – as usual – leyéndolo y recién caí en cuenta de que en efecto, parece no haber en la Botica de la Abuela ningún remedio de yerbitas milagrosas, lo cual conduce a pensar que nuestros ancestros no tenían ese tipo de problemas ( Habrá que preguntarle a la abuela de Xumari Alfaro)
Un abrazotote,
Palas
No sé. Tengo, a veces comienzo a escribir con una intención y se me cruzan las ideas. A ver… tal vez…no sé. ¿Todas las anteriores?
Con que se diviertan me doy por satisfecho.
Eso.
Bueno yo te confieso algo. Yo soy dado un poco a la medicina natural preventiva. (O no preventiva).
De noche tomo manzanilla con tilo.
En el día Lecitina. Y cartílago de tiburón.
Y por ahí cada seis meses me tomo un frasco de Zarzaparrilla para purificar la sangre acompañado de otras siete hierbas cuyos nombres no me acuerdo ahora.
(Y después de haber regreso del cambo de la Batalla de Santa Inés he quedado un tanto traumátizado y he decido empezar con una hierbas tranquilizantes de nervios creo que San Jorge o algo así….)
La hora de las confesiones Sr. K:
Esa última que nombras, la de jorge no es tal, sino San Juan. De hecho un yerbatero políglota me porfiaba, en mi último viaje al Caribe, que no era de San Juan, Sino St. John’s Wort.
Bueno, esa se conoce por estos lados como Hipérico. (su principio activo hipericina) Y después de tomarla durante dos meses sin ver efectos perceptibles, ni ná. (me la estaba tomando bajo juramento a una amiga…) Un buen día, como quien no quiere la cosa, me sentí bien reacionando ante situaciones ante las cuales reaccionaba mal o malamente. Así que comencé a echarle la culpa a la susodicha y a averiguar por internet y pues es nice, para utilizar una apreciación lijera que está haciendo calor.
¿y para que sirve el cartílago de tiburón? suena de lo más esotérico.
Un buen abrazo.
Ocatrapse.
Dice la publicidad (?) que el cartilago de tiburón es un excelente antioxidante (ya que a los tiburones no les dá cancer). Y se supone que sirve para elevar las defensas del organismo.
Pero yo lo tomo en principio para eliminar unos principios de soriasis.
Saludos.
Yo por el contrario todavia no he tenido necesidad/inquietud de recurrir a la medicina homeopática, o a la sistémica, por ahora me quedo con la alopática (debe ser por la influencia de mis viejos – ambos médicos).
Aunque reconozco que los compuestos activos de las yerbas hacen el mismo «mandado» que los otros fármacos, y que el conocimiento empírico de nuestras abuelas funciona 🙂
Me interesa mucho la medicina natural y de hecho consulto seguido unos cuantos libros en cuanto tenmos algun problema mi marido mis hijos y por supuesto yo.
lo que me interesa saber si en medicina natural existe algo para la cura de la tendinitis , ya que en los libros que tengo no aparece nada al respecto y mi marido la esta sufriendo mucho , por los grandes dolores que esta conlleva , si pudieran responder o hacer un comentaro al respecto lo agradeceria .
Lo que puedo acegurar es que es muy beneficiosa la medicina natural en mi vida.