La Vedette

Hacerse el loco es una de las primeras habilidades sociales que desarrolla la cría humana. Me quedé inmovil detrás de una silla del comedor, a la distancia justa para ver bien aquel televisor en blanco y negro ante el cual mis tios hacían un semicírculo. A esa hora debía estar durmiendo, pero la atracción de lo prohibido me resultaba irresistible. Era un programa que, tal vez sólo por la hora, se suponía no debería ver, y que como muchas otras cosas marcaba las fronteras entre el mundo de los niños y los adultos. En la pantalla gris se apostaba un hombre menudo, de anteojos incisivos y sonrisa ladeada que al final de la presentación de la película decía: Busque su bucata o sofá y disfrute de este… Señor Cine. Acompañando las últimas dos palabras con un gesto reverencial deslizando la mano derecha de arriba a abajo, con la palma paralela a su pecho. Así, ¿¡ven!?

Ese día pasaban Ben y me delató un gritico de susto cuando comenzaron a aparecer un poco de ratas en la pantalla. Era una época en la cual la familia ejercía un especial cuidado por los menores, no les fumaban en la cara, por ejemplo, y les exigían que se taparan los ojos cuando venían las escenas con besos en la boca en la telenovelas. Eso siempre me intrigó. ¿Abuela, pero como es que no puedo ver algo que veo hacer a mi papá y a mi mamá todos los días? A lo que ella, con una simplicidad moral respondió: Porque tu papá y tu mamá son marido y mujer y los de la televisión lo hacen por vicio.

Pero ese criterio de protección tenía sus extrañas excepciones. Habían dos cosas que me dejaban ver, de hecho me conminaban a ello, con una argumentación taxativa: él es un varoncito. Una era la lucha libre, por la que realmente no terminé desarrollando ninguna predilección y la otra, las frecuentes presentaciones en la tele, los sábados por la tarde, de Iris Chacón. Una voluptuosa mujer en traje de baño, de culo y tetas enormes, ataviada con plumas y lentejuelas mareantes. Una vedette como se le llamaba. Cantaba una canción en la cual, de forma pícaro-sensual (a través de sus rimas) indicaba al espectador masculino lo que haría si su boquita fuera, correlativamente de: mayonesa, chocolate, limón verde, pan de azucar y arroz con ñame.

Era entretenida y a mi me gustaba verla, porque todos mis tios, mi papá y hasta mi abuelo la veíamos juntos. Estaba entre adultos y eso, al parecer, otorgaba un carácter adulto también a esa actividad. Pero echo de menos a las vedettes, no por aquellas sesiones testosterónicas solamente, sino por la esencia misma de aquel género del entretenimiento que fueron las revistas de variedades. Espectáculos en el que igual había cantantes, que cuerpos de vallet, números de magia, contorcionistas o tetas.

Una vedette no tenía por qué ser bonita, de hecho no solían serlo. Tampoco bastaban las tetas, las piernas o el culo. Tenía que bailar, cantar, actuar y poder dar su inteligente opinión sobre política o crítica literaria. Muy al contrario de las monotemáticas mal llamadas vedettes de hoy en día, que si cantan no bailan y que si se les admira mucho se meten, lamentablemente, por los derroteros del alcohol o las drogas. El trabajo de una vedette era ser vedette, ni más ni menos. Tenía que crear a su alrededor todo un entramando de admiración y protocolo de comunicación con el público, y un halo de misterio que le amparara del vulgo.

Había más cosas bonitas. Las vedettes mantenían matrimonios estables, parían (en medio de sus carreras) y criaban muchachos. Eso las hacía, aún más queridas.

Al mundo le hacen falta vedettes, sólo con el hecho de poner de moda nuevamente la voluptuosidad, ya estarían prestando un servicio a la salud pública. Es más, deberían trabajar para los ministerios de salud.


Nota del cartero: Durante la preparación de esta nota, me topé con una curiosidad docente: Un curso de español avanzado en Harvard, en el cual refuerzan ciertos conceptos gramaticales con canciones, cuentos, etc. Bueno, para memorizar la regla «Si + imperfecto del subjuntivo, + condicional» utilizan precisamente, La canción a la cual hago referencia en la nota. Es la penúltima en la sección de Canciones de este link

8 pensamientos en “La Vedette

  1. Hi! Dear Oca,

    ¿cuántas Josephine Baker ha parido el siglo pasado?
    Es decir, de las que dan muestras de inteligencia, además de mostrar todo lo demás.

    De data más «reciente», hay una violinista mexicana, Olga algo (apellido con muchas consonantes que ahora no recuerdo) que es muy sexy y luce generosamente sus curvas al interpretar su instrumento….

    No recuerdo ninguna otra, así que, a lo que te refieres es a alguna remembranza bucólica, o es que alguna vez existió un estereotipo de vedette como la que recién pintas?

    Un abrazo de inicio de semana,

    Palas A.

  2. Que risa la claridad de tu abuela 😉 El presentador era ¿Reny? Mis recuerdos se difuminan. Hace no mucho tiempo supe que la «Tongolele» todavía se presentaba ¿Que tal?

  3. Luis Guillermo González, apreciado Topocho, lamentablemente fallecido cuando más interesante avanzaba en su profesión. Pues mi muy apreciado Ocatrapse, quiero adherirme a tu súplica por la vuelta al vedettismo que tanta falta nos hace, ejemplo fundamental de la compaginación de profesiones cuasi antagónicas (artista, exhibicionista, comentarista políticosocial, ama de casa, madre abnegada y esposa fiel)…hasta el punto de ser respetadas por las abuelas (cosa que le sucedió a quienes contemporáneos a la época, nos apostábamos al Sábado Sensacional de Amador Bendayán a ver qué venía cuando «ya regresáramos»). Y es que si de vedettes hablamos, bien valdría la pena releer, por ejemplo, «Del trocadero al Pasapoga» de Oscar Yánez, un interesante y simpático relato sobre los burdeles caraqueños, cunas hacedoras de vedettes. ¡Qué mantequilla! o ¡Qué pantalones! (a lo borícua).

  4. Si, era Luís Guillermo González, el mini animador, quien (si mal no recuerdo) murió de cancer en la vejiga.

    Creo que la expresión correcta era: «y disfrute ud. ….de su señor cine»

  5. Si era él, lo que pasa es que un afán por no confundir a los lectores que no lo conocieron, pues trato de obviar nombres, porque los lectores como tu y Marsupio, entenderán el güiño fácilmente.

    Kbulla, me pasé un buen rato recordando exáctamente cómo lo decía y no me sentí del todo seguro. Pero el que tu dices es más probable, porque fue él quien inventó aquello de SU RCTV. Con lo cual, ese su se ajusta más a al estilo de Luis Guillermo.

    Un abrazo y gracias por pasar por aquí.

  6. Oca:
    Tiempo sin pasar por estos predios (la verdad es que poco tiempo para el sano ocio en la red)

    Las abuelas como siempre «pre-claras» en cuanto al sentido de la vida 🙂

    Como no acordarse de Iris Chacón, coincidio con el inicio del «alboroto hormonal» propio del inicio de la adolecencia.

    Si mal no recuerdo despues hubo otra «Chacón» que era familia de Iris, pero se me escapa el nombre.

    Salu2

  7. Veradaderamente que la super cola de la Iris Chacón era para coger palco. Tenía una gracia espectacular, un tanto como la de amamlia aguila , Ninon Sevilla, Maria Antonietta Ponds o la Togololele, a quien tuve el gusto de admirar personalmete. La chacón babeó a más de un viejo rabo verde, que con solo verla temblar se imaginaban cosas raras. Esa Vedette era puro rabo, pierna y calambrina, pero de cara nada. Realmente siempre hará falta una tongoneada a lo chacón o a lo gemelas Dolly sister.que buen reportaje….felicitaciones.

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