A mi libreta de notas le repatea como escribo. Es una amante cruel que se esconde cuando estiro mi mano urgida, como insinuándome. La llamo, me camino la casa mirando por los rincones, apretándome las ganas mientras ella me observa de perfil, apilada entre los papeles movedizos de la mesita de noche.
No le gusto, vive conmigo por necesidad. Ve como un sacrificio cada nuevo apunte que le propino. Me saca en cara – siempre que puede – que me ha entregado las mejores hojas de su juventud, para que yo las desperdiciara en conatos de notas que no llegan a ninguna parte. Me dice que se siente libreta-objeto, mientras sólo me deja pequeños huecos en las hojas impares donde escribo afanosamente mientras ella mira al techo.
¡Que mala que eres libreta! le digo exhausto de pena. Si tu me conoces como nadie. Tratas de tu a mis fantasmas y caminas de la mano con mis miedos inconfesables. Mas transparencia imposible.
Por eso te escribo esta nota, para pedirte que vuelvas, que aparezcas de repente en la nevera, en la revistera-bidé o debajo del televisor. ¡Que te extraño mi karma!, que no puedo escribir sin ti.
Eso.
Nota del Cartero: Se ofrece recompensa.
Oh, lo siento mucho my friend.
Espero sinceramente que aparezca pronto o envíe al menos una foto o una postal. Por lo menos que se sepa que fué para mejor…
Por fin alguien que le da utilidad verdadera a ese aparato extraño llamado bidé…
Además de los mencionados, ¿en què otros lugares insólitos sueles garrapatear frenéticamente tu extraviada depositaria de ideas? Siempre es buen recurso desandar lo andado y buscar en donde nunca se nos habría ocurrido poner las cosas. ( al lado del pote del café en la cocina, dentro de la nevera, en la gaveta de la ropa interior…)
Think out of the box, dear! que en tu caso no es nada del otro mundo.
Abracadabra! Que aparezca la escondida! Puf!
Un beso,
Palas A.