Hay un ente digital que se empeña en sugerirme que me de un capricho. Me dice que compre un libro que de seguro me gustará mucho y todas esas cosas que se usan para vender. Lo que resulta raro es que el autor del libro soy yo y el ente es incapaz de darse cuenta. Es tonto. Si este bicho (el ente, no el libro) es una muestra avanzada de lo que se conoce como Inteligencia Artificial, creo que vamos por mal camino.
Bueno, esa es una forma de verlo. La otra es que sea una inteligencia muy sutil, haya caído en cuenta de que no me lee ni Dios y tenga la sensibilidad suficiente para no decírmelo directamente y entonces lo camufle como una sugerencia al autor.
Lo que definitivamente sí da miedito, es que sea, en efecto, un ente con Inteligencia Artificial y esté tirando como tal del humor para entretenerse, con un poquito de burla e ironía añadida. Afortunadamente, todo esto no afecta a mi ego, pero en cualquier de los tres casos el resultado es el mismo: vamos por mal camino.