Soltera

Shakira no levanta cabeza, es público y notorio, además de una pena. La novedad no es la duración del duelo, la rabia de la desilusión, o la insoportable necesidad de sacarse de cuajo la sensación de vacío que dejan estas malas experiencias personales – sobre todo cuando no te las esperas – sino la sobreexposición de los sentimientos que, no sé yo hasta qué punto, puede ser el camino correcto para superarlo.

Soltera, su más reciente canción, es una variación sobre el mismo tema. Un intento predecible de contar lo que ostentan las personas en una fase avanzada del despecho y que se resumen en mostrar a los demás lo bien que se está ahora sin él o ella. Un manifiesto sobre la libertad e independencia personales en oposición a la cárcel de una relación perdida. Nada nuevo bajo el sol.

Pero detrás de los poco originales lugares comunes sobre cómo el dolor es un mecanismo de aprendizaje, de cómo los antiguos amigos en realidad no lo eran, de cómo ahora hago lo que me da la gana, de cómo el amor es una mierda y, sobre todo, de la apología del recién descubierto derecho a pasarlo bien; de tras de todo eso, decía, percibo un profundo sentimiento de incapacidad para estar sola consigo misma. Y en realidad, lo siento.

Shakira es una artista multigeneracional y culta a la que personalmente escucho desde las obras maestras de Pies descalzos (1995) y Dónde están los ladrones (1998). En dos mil grabó uno de los más preciosos directos que ha realizado un artista latinoamericano para la serie MTV Unplugged. Se ha mantenido, se ha adaptado (aunque sea a peor) y ha logrado ser ella misma todo lo que ha podido. Pero a veces, por salud mental, es bueno para un artista dejar de exponerse, aunque vivas de ello.

Obviamente, no soy nadie para dar consejos ni juzgar los dolores ajenos, pero le diría lo mismo que decía a mis amigas despechadas de la adolescencia: déjalo estar, que pase solo y en silencio. Una mañana cualquiera te mirarás al espejo y descubrirás que has vuelto a ser tú y que no necesitas decírselo a nadie.

 


Nota del cartero: ¿Has visto cómo se puede 😉 ?