Ser civilizado no consiste en reprimir los instintos animales que nos impulsan, por ejemplo, a partirle la cara a más de un patán de los que pululan por la vida. Consiste más bien en percatarse de las consecuencias que tendría el partirle la cara y no hacerlo. Lo que son las ganas, no te las reprime nadie.
De los distintos seres que sirven de catalizador para esos sentimientos, los del perfil ruin son los peores. Ayer por la tarde, uno de éstos, me llegó por detrás mientras esperaba en una cola para entrar a un parking, abollando el parachoques trasero de nuestro humilde vehículo. Leve, como ha puesto en su informe el perito, pero abolladura al fin.
El zafio conductor se bajó a la defensiva diciéndome que eso no era nada e invitándonos a dejarlo así y seguir por la vida. Empeoró su actitud, cuando le requerimos los datos de su seguro para hacer el parte del accidente. Me produjo consternación sobre todo, por no decir suprema Arrechera, lo que el pobre ser nos soltó, que en venezolano vendría a ser algo como: ¡Que vaina con los pobres! la gente rica no tenemos esos problemas ni nos preocupamos por estas tonterías.
Mi novia, que para estas cosas tiene mucha sangre fría y respuestas contundentes, mantuvo la calma mientras tomaba nota de los datos del seguro y el tipejo nos mostraba billetes en fajo, nos decía que hablaba siete idiomas, denigraba de las mujeres españolas, de un país de mierda y demás faltas de respeto con vocación desestabilizadora.
Yo por mi parte deseaba, por primera vez en mucho tiempo, estar en mi país para tomar ventaja de algo; por ejemplo, partirle la cara a tipos como éstos, con la impunidad que ofrecen las democracias demergentes. Pero esta mañana reflexioné y caí en cuenta de la estupidez de mi deseo, porque en mi país, como en casi todo el mundo civilizado (sic), ante una situación similar, la patanería de la opulencia chabacana sabría cómo salir ganando.
Así que reformulé mi deseo con lo típico: Las ganas de tener poderes mágicos para convertir a los energúmenos en merluzas.
Querido Oca,
Parece que la patanería de un patán (permíteme la redundancia) se incrementa en forma directamente proporcional con el poder adquisitivo.
El tipo de marras seguramente ha sido toda su vida patán por parte de crianza y pobre por parte de bolsillo, lo cual explica el arrebato perfectamene comprensible desde SU óptica. No te agredió a tí, sino a quien él es…. a pesar de los billetes que usa como abanico.
Tuve un incidente parecido con un patán que, dando retroceso sin ver a quién tenía detrás, me chocó en un estacionamiento. Se bajó con cara de super fastidio y tuvo el tupé de decirme porqué yo no le había tocado corneta… Es decir: Yo tengo que prever que un animal del monte sin previo aviso retroceda.
Para colmo, el tipo, con cara de fastidio me dijo que no podía perder tiempo en «estas cosas» porque tenía una intervención quirúrgica, con lo cual no me quedó claro si: a) el patán de marras era médico- en cuyo caso espero maneje el bisturí mejor que su vehículo, en beneficio de las víctimas/pacientes; b) lo iban a intervenir a él (en cuyo caso fantaseé que le iban a hacar una lobotomía)
Lamento el trance, pero bienvenido al fantástico mundo de la moto-moción
( o auto-moción)
Hugs & Kisses
Palas A.
Poder adquisitivo: Es un término que siempre me ha sonado raro. Porque adquirir no te da poder a ti, se lo da el que te vende lo que adquieres.
Besos también.
Uff! qué giros interpretativos tan requetebuenos!
Besos & happy week end!
Palas A.