Una de las grandes aportaciones del lenguaje cinematográfico al imaginario popular es, además de la cámara lenta, el «talk before shot»: Ese largo discurso al que el asesino se lanza, mientras apunta a su víctima.
Los hay para todos los gustos. Desde el que recrimina y pregunta un eterno por qué, mientras le tiembla el arma por la ira contenida, hasta el frío jefe mafioso que se puede dar el lujo de encender un puro mientras ironiza con el soplido al apagar la cerilla. Así nos tienen los políticos.