En España, el negocio de las transferencias de remesas internacionales de inmigrantes, representó en el año 2002, 775 millones de euros.
Casi todos los emigrantes adquieren grandes deudas en sus países de origen para «partir». Cuando encuentran empleo, trabajan como posesos para pagar esas deudas. Después de unos años, los que tienen éxito comienzan a estabilizarse, enviar dinero a su familia con regularidad, y aspiran a los normales créditos al consumo de las sociedades primermundistas: comprarse un coche de segunda mano, mejorar sus condiciones de vida, etc. Históricamente los bancos se pierden de excelentes cliente por simples prejuicios, dado que el extranjero paga religiosamente, porque se juegan su permanencia en ello.
Recientemente, los bancos están descubriendo el mercado inmigrante, y aunque aún faltan años luz para que los empleados de las agencias se sientan a gusto atendiendo a los diferentes; los departamentos de nuevos productos están trabajando a toda máquina para captar los ahorros y las comisiones del envío de las remesas. Los primeros en intentarlo son los bancos con inversiones en Latinoamérica y las ideas varían desde bajas comisiones, otorgar tarjetas de débito a los familiares en los países de origen para facilitar las transferencias, hasta centros integrales, atendidos por inmigrantes, donde se puede enviar dinero, llamar por teléfono, mantener una video conferencia y así por el estilo. Hasta ahora existen sólo pruebas pilotos.
Pero el producto que más me ha llamado la atención, y que probablemente se convierta en estándar en los próximos años, es el Seguro de Repatriación de Cadáver. Imaginen el anuncio: Domicilie su nómica con nosotros y muérase tranquilo, que lo empaquetamos y lo devolvemos a su país, sin costo alguno para sus familiares.
Aunque suene un poco macabro, pienso que es un seguro muy útil, porque morirse en España es un poco caro, entre 2600 y 3000 euros “por vez”. Irónicamente, una cantidad parecida a la deuda que un emigrante del tercer mundo adquiere para venir a buscarse la vida, sólo que esta vez le deja la deuda a su familia. Aunque los banqueros son muy listos, y seguro que un día de éstos, por la tarde, inventan alguna forma de hacer transferencias desde el más allá…