Semos Europeos.

Puso cara de gallina_mirando_sal cuando le aseguré que tal cosa no existía. ¿Y cómo es posible que lo digas tu? Me dijo. Pues por eso lo puedo decir con propiedad: La idiosincrasia Latinoamericana no existe. Llevábamos un rato conversando al respecto; el tema iba sobre si era correcta o no la generalización que se hace sobre los Latinoamericanos, más allá de una descripción meramente geográfica. Sobre el poco riguroso tratamiento con el que los medios de comunicación, por ejemplo, se refieren a los inmigrantes de Suramérica y el Caribe para noticiar nimiedades como que el asesino es un varón latinoamericano de treinta y tres años, o que la prostituta detenida tenía aspecto latino.

Los argumentos fueron y volvieron. Le causó especial asombro el que afirmara que entre nosotros, somos unos perfectos desconocidos y que probablemente a un bachiller de cualquier país de la región, le sería imposible atinar al esbozar un mapa político-territorial del continente; o decirte cómo es la forma de ser de los bolivianos, los peruanos o los uruguayos, o por fabricar qué, son conocidos los argentinos. En definitiva, que aparte del idioma y la pobreza, pocas cosas más nos homologaban. Y en esos casos, lo que nos hacía parecidos no era una idiosincrasia común, sino la idiosincrasia normal del pobre.

Pero el momento cumbre fue cuando le dije: Vamos, es lo mismo que pasa en Europa. Allí se estancó todo y no le pude convencer del símil. Pero antier me encontré con este aviso, que se lo tengo guardado para una nueva oportunidad, y que les adelanto a ustedes. Apareció publicado en un diario de la Capital del Reino, y si bien es cierto que Europa posee una disciplina con solera (a la par que pragmática) en lo que respecta a la homologación de casi todo, no sabía yo que existiese un aspecto europeo homologado, y menos el de las chicas.

Obviando lo jocoso del aviso – eso de absternerse acentos no tiene desperdicio – habrán notado además que posee el aire de los casting convocados por algunos pocos estudiantes de cine, escasos de presupuesto y ávidos de chicas guapas y vivaces, obviando eso decía, creo que refleja perfectamente el mapa mental con el que un nacional de cualquier país Europeo se ve a sí mismo.

Y ese es poco más o menos el tratamiento que debería primar en los medios, con respecto a los nacionales de la antigua América Española: Por ejemplo, ningún nacional de un país Europeo antepone su idiosincrasia a una hipotética forma de ser o de comportase Europea. Es cierto que hay factores que los acercan y redefinen, sobre todos los impulsados por la integración económica, pero poco más. Quiero decir, si que es posible una aproximación hacia verse a sí mismos como una unidad, con temperamento y hasta rasgos distintivos, pero es una construcción que tomará tiempo y generaciones, así como una buena dosis de mestizaje.

Por el momento, en Latinoamérica, reacia histórica a la unidad, las cosas seguirán como siempre: Los Españoles serán gallegos, cualquier árabe, turco y todo aquel que no hable castellano, gringo.

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Nota del Cartero: Hablando de gringo, cuando tengan chance, echenlé un vistazo a las acepciones en el drae de esta palabra. Es la generalización perfecta por contraparte usada en los países de Suramérica y el Caribe.

Necrología sin humos.

A principios del mes pasado murió Don Gordon Cooper Jr, pionero de la exploración espacial. Curiosamente el cuatro de octubre, el mismo día en que el equipo del SpaceShipOne se adjudicaba el Ansari X Prize. La gente ya ha olvidado a muchos de aquellos corajudos del programa espacial y, de hecho, sólo los testigos de primera mano y los forofos de la última frontera, podrían acertar algunos nombres e hitos. Y pues, creo que es una lástima.

Estudiando poco o nada el programa espacial se lleva a cabo un doble desperdicio: Por un lado, de conocimiento, ya no científico, sino logístico y organizativo. Desde mi punto de vista, a lo largo de todo el programa espacial se puede observar la confluencia de casi todas las disciplinas con las que el ser humano ha construido la modernidad. Allí se experimentó por primera vez y a gran escala con todo junto: Desde técnicas de dirección de empresas, pasando por la tecnología pura y dura, hasta la logística de limpieza de los baños. En segundo lugar, se desperdicia el know-how, de uno de los más grandes experimentos de clima organizacional(1) jamás realizado: El hombre llegó a la Luna, en mi opinión, más por el altísimo grado de compromiso y motivación de todos los involucrados en la empresa, que por el conocimiento tecnológico.

Pero la anécdota que me vino a la cabeza, cuando me enteré de la muerte de Cooper fue la siguiente: El primero astronauta no fumador fue Gordon Cooper Jr. La atmósfera interna de las primeras cápsulas espaciales estaba compuesta principalmente por oxigeno, -por cuestiones de peso- y para su primer vuelo en el programa Mercury, el dieciséis de mayo de mil novecientos sesenta y tres, a bordo del Faith 7, los científicos colocaron una cantidad de oxigeno basada, como era lógico, en el consumo de las misiones anteriores (todas de fumadores). Al final de la misión, mientras realizaban los análisis, los datos arrojaron un dato bastante revelador: Cooper había consumido sólo un tercio del oxigeno que le habían planificado. ¡Que vaina!, tan bueno que quedaría en una campaña antitabaco.

Cooper dejó de volar pronto. Decisiones políticas surgieron siempre para justificar su no-inclusión dentro de las tripulaciones, pero de seguro hay otras razones que probablemente aclaran mejor el asunto, principalmente su especial opinión sobre el fenómeno Ovni.

«For many years I have lived with a secret, in a secrecy imposed on all specialists and astronauts. I can now reveal that every day, in the USA, our radar instruments capture objects of form and composition unknown to us.»… «I believe that these extraterrestrial vehicles and their crews are visiting this planet from other planets, which obviously are a little more technically advanced than we are here on Earth,»

Que en paz descanse.

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(1) No sé cuál es el nombre de moda, pero el que recuerdo es este.

Callar alarga la vida

Hace tres años compré las entradas para ver en Madrid a Marcel Marceau con una sensación de ahora o nunca. Habiéndolo visto siempre con su uniforme de trabajo, sólo podía confiar en la supuesta mortalidad del humano, para suponer que esa gira, sería la última. Aunque también podría haber pensado que los genios son inmortales, pero en fin. Luego en el escenario, cuando te viene a la mente que ese señor, se mueve como un muchacho, se te ocurren cosas como que tiene dobles, como algunos dictadores, pero no para cuidar su integridad física, sino su reputación.

Así las cosas, me sorprendió leer hace unos días, que Marceau estaba con sus ochenta y un años encima, nuevamente de gira. Y no sé a cuento de qué, lo primero que se me vino a la cabeza fue que, tal vez, callar alarga la vida.

Siempre he imaginado que hablar en silencio es un don que sólo se le otorga a esos matrimonios ancianos que llevan siglos juntos. Les miro de reojo en el metro y me fijo como mantienen animadas conversaciones, sólo mirándose (y a veces ni eso). Y como van de un tema a otro, por ejemplo, cuando señalan discretamente con el meñique, los pelos de un rasta que acaba de subir al vagón y sonríen. Eso va más allá de la complicidad, es un alarde práctico de telepatía.

Algunas de las personas más longevas que conozco, han llevado un estilo de vida en el que efectivamente utilizan el habla con economía, y se comunican más a través del silencio. Mi abuela por ejemplo habla en sentencias, con lo cual es mejor hacerle caso, aunque compensa cualquier malentendido con una agradable y honesta sonrisa mientras te escucha.

En todo caso, creo que el mejor de los silencios, es el que se hace para escuchar, aunque la cruda realidad corrobora lo cuesta arriba que se pone desarrollar semejante nivel de superación personal. También hay -me incluyo- quien confunde, a veces, comunicación con dar conversación y pues se vuelve a lo mismo.

Por mi parte y en espera de estudios científicos más precisos que mi intuición, permaneceré fiel a los complejos vitamínicos, y a cuanta infusión prehistórica me conminen a tomar.

Never get a mime talking. He won’t stop.
Marcel Marceau