Él sí estuvo allí

beach-663232_1920Intuyo que mi generación dedicará en total más tiempo a sus hijos durante la infancia que todo el tiempo que lo hicieron las generaciones precedentes. Especialmente los hombres. Lo inquietante es el desasosiego que produce barruntar que nuestros hijos, de adultos, no lo recordarán porque la memoria se lo lleva muy mal con la cotidianidad.

Lo normal es que recordemos las ausencias, esas rupturas de lo que considerábamos normal, de lo que debió haber sido y no fue: El golaso que metí y que papá no vio, lo bien que bailé y papá no llegó a aplaudir o todas la veces que fracasé y no estuvo allí para consolarme. Da igual todos los golasos que previamente le hayas celebrado, los ¡bravos! que hayas gritado en sus grandes actuaciones o que le hayas levantado el ánimo cuando las cosas no salían bien. Sólo fijarán en la memoria las rupturas de esa progresión: las ausencias.

Todo esto contrasta justamente con las generaciones precedentes, donde lo excepcional era que papá estuviera allí. Mi Padre murió cuando yo tenía ocho años. Fue como cualquier otro padre de su generación, muchas horas trabajando, habitualmente  lejos de casa y con poco tiempo para jugar. Era la normalidad. Pero cuando estaba, se producía un pequeño acontecimiento. La única conversación de hombre a hombre que tuve con mi padre es uno de los más bellos tesoros que guardo en mi memoria, cuando después de una soporosa siesta de Sábado se dedicó toda una tarde a contestarme a una pregunta ingenua: Papá, ¿Cómo es el Sol?

Se lo inventó casi todo, aunque se mantuvo fiel a la verdad. Llegó hasta Plutón aguantando con ecuanimidad mis preguntas encadenadas. Fue por unas horas mi Copérnico particular, un gran traductor a mi cosmovisión y el forjador de ese momento trascendental en el que entiendes que hay situaciones en las que la realidad no se corresponde con la evidencia pero que Eppur si muove.

Gore Lyrics

tiruriLa sabiduría popular define el cine gore como «un tipo de película de terror y de cine de explotación que se centra en lo visceral y la violencia gráfica extrema.» Creo no haber pasado de los trailers para este tipo de cine, pero resulta curioso observar cómo varias generaciones de melómanos han estado expuestas a un montón de canciones cuyas letras de alinean con este género y que como masa han repetido con toda normalidad.

Pongamos tiempo de por medio para ejemplificar:

Sombras… ¡nada más! de José María Contursi, originalmente un tango y presente en el repertorio de cantidad ingente de cantantes.

Quisiera abrir lentamente mis venas, mi sangre toda vertirla♦ a tus pies, para poderte demostrar que más no puedo amar y entonces, morir después.

Ojos verdes de Rubén Darío Salcedo, originalmente una derivación de paseo vallenato popularizado por Alfredo Gutierrez pero cuyo más logrado arreglo, a mi juicio, se debe Stelio Bosch Cabrujas y Héctor Poleo para la Orquesta Los Melódicos (Venezuela) en 1969. En su segunda estrofa dice:

Si yo pudiera arrancarte de tu faz,
tus dos ojitos y en un cofre de tesoro,♣
en una isla, junto a mi vida,
allí quedarían en esa isla que tiene el mar.

Una prueba más de cómo la melodía de la vida hace que no nos percatemos de la letra que esconde.

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♦ Sí, lo correcto es verterla, pero no olvidemos que es un tango. Luego los mariachis y los boleritas lo corrigieron. (sic).
♣Aquí el autor se le descompasaba la métrica (cuatro tiempos para el paseo) y no dice explícitamente que los mete en el cofre, cual reliquia.

Apología de la Soledad

IMG_0451.JPGAcabo de terminar de leer una autobiografía diferente, la de Steve Wozniak. Es el tipo de biografía que yo llamo «del otro», es decir, la de los personajes que pasan inadvertidos detrás de otros con los que han trabajado y forjado grandes empresas, ideas o aventuras.

Cualquiera que haya trabajado con un Apple ][, reconoce inmediatamente que esa máquina fue hecha con cariño y genialidad; y si la miras con detenimiento, verás que contiene la coherencia conceptual que poseen los grandes productos que han sido diseñados por una sola persona.

Tiene una redacción directa, plana y un poco habitual halo de honestidad. Como quien te cuenta su vida en una tarde con varios cafés. Creo que cualquier ingeniero vocacional se encontrará identificado inmediatamente y discurrirá en pocas horas por sus páginas, atisbando de vez en cuando una sonrisa de complicidad.

Ya hacia el final, hay una frase interesante que da para profundizar, y con la que estoy plenamente de acuerdo:

La mayoría de la gente no piensa que un ingeniero sea un artista por el tipo de producto que crea, pero este no funcionaría ni tendría un diseño elegante si los ingenieros no se devanaran los sesos para obtener los mejores resultados con el menor número de componentes. Eso es sofisticación.

En caso de que seas uno de esos excepcionales ingenieros, inventores y artistas al tiempo, te daré un consejo que puede ser un poco difícil de asumir: trabaja solo.

iWoz de Steve Wozniak con Gina Smith. Existe una buena versión en castellano por la Editorial RASCHE.