Simulable

Qué difícil debe ser simular la evolución tecnológica. Luego de salir de la sala de proyección, me quedé pensando en esta idea. Acababa de ver The Matrix allá por el siglo pasado, y de entre las muchas externalidades que deben obviarse para meter la película en un tiempo menor al que nos toma quedarnos sin nalgas, la que más me intrigó fue la relacionada con la equiparación tecnológica, referente al hardware, de ambos bandos. Quiero decir: Cómo una sociedad humana librando una guerra de guerrillas contra las máquinas podían mantener la compleja producción de memoria, microprocesadores, servidores, pantallas planas y esas cosas, sin acceso a materias primas, laboratorios de investigación, universidades, empresas y todos esas excentricidades. Para complicar más aún la situación, no las podían comprar, como se hace hoy en día, porque en realidad no existían.

Por otra parte, me resultaba igual de interesante cómo The Matrix podía ser capaz de simular la evolución tecnológica, que como concepto es incluso ya difícil de predecir. Antes, era relativamente sencillo, porque la evolución tecnológica partía de necesidades de adaptación al entorno natural, pero ya se ha pasado por un punto en el cual somos nosotros los que nos vemos obligados a adaptarnos a un entorno modificado por la evolución de la tecnología.

La explicación que me di en ese entonces, fue que la guerra se llevaba a cabo a partir del hardware existente al comienzo de la misma y que sólo evolucionaría en la realidad virtual de la matriz, y no en la realidad de la guerra. El resto de la guerra se libraría a nivel de la evolución del software, explicación en la que se ha centrado en resto de la saga.

Las guerras humanas suelen ser plataformas para la evolución de la tecnología, pero entre humanos y máquinas las cosas puede que cambien. Qué necesidad puede tener un máquina de evolucionar para dominar, cuando la solución puede ser simplemente crecer o hacerse más compleja, por ejemplo. Aproximación distinta a la de los humanos, que evolucionan tecnológicamente por razones no necesariamente pragmáticas: curiosidad, vanidad, inconformidad, avaricia, orgullo, miedo, divertimento o casualidad.

En mi guerra particular contra el computador, el mando del DVD y el menú del celular (teléfono móvil) se aplican principios complementarios a la idea anterior. Me ganan siempre creándome necesidades que antes no existían o presentando ideas sencillas de forma compleja. Así, me ponen cuesta arriba la adaptación al medio que ellos han modificado, limitando además a las nuevas generaciones de humanos, la cantera de donde podemos obtener combatientes calificados.

Si la evolución tecnológica llega algún día a ser simulable, probablemente lo sea tomando como referencia un conjunto de patrones predecibles, que curiosamente podemos aportar los humanos, que somos los usuarios. Tal vez, sería así como se hacía en The Matrix.

Cosa rara.

Nota del Cartero: Todo esto se ha escrito hoy, porque he caído en cuenta que cinco años después, sigo sin encontrar los teclados de los ordenadores que usaban los humanos. Algo así como teclados de laptop para desktop. Si alguien los ve, por favor, tanga la bondad de avisarme.

Towns History

Vivo en un pueblo de probeta, diseñado en laboratorio. Ha venido al mundo desde esos amplios mesones de delineantes de tinta china y lamparitas articuladas con tubito de neón. No existe una calle (nombre incluido), plaza, acera, poste, escuela o jardín, que no haya sido concebido de antemano y escrupulosamente dibujado en papel por los urbanistas, siquiera antes de poner la primera piedra. De hecho, para su construcción se creó una sociedad anónima, una compañía que lleva el nombre del pueblo, y las S.A. de sufijo. Lo de pueblo ya se lo digo de cariño, es más bien una ciudad pequeña, porque ya tiene poco más de cuarenta mil habitantes y la contaminación sónica lo corrobora.

Cuando lo visité por primera vez, parecía otro país. Echaba en falta las señales típicas de los pueblos españoles, como las que indican la dirección hacía el casco histórico. Nada de calles estrechas y esa heterogeneidad en las fachadas de las casas, que dejan ver el paso de las costumbres ornamentales. Aquí todo resulta muy armónico, muy hecho a la vez. Lo de otro país va en serio. Todas sus estadísticas son un poco opuestas a la tendencia nacional. Por ejemplo, la pirámide poblacional es ancha en la base y estrecha en la punta, he oído alguna vez, que es el municipio europeo con la tasa más alta de natalidad. Los ancianos son muy escasos y la penetración de Internet es cercana al cien por ciento. Las direcciones se dan nombrando sectores y no por calles y en fin, que parece hecho con SimCity 3000, ya que cuenta con su parque tecnológico y su propia zona industrial.

Pero a mí lo que me resultó curioso, fue que este pueblo que, al contrario nuevamente de lo normal, me eligió a mí para que viviera en él… ya va. Esperen. Esto último no es más que un eufemismo de consolación para decir que, vivo aquí, porque fue el único sitio donde encontré a un humano que me alquilara su propiedad, a pesar del estigma de ser, este humilde servidor, un extranjero del tercer mundo. Bueno, decía que lo curioso, es que iba a vivir en un pueblo sin historia, (en el sentido clásico con el que usamos ese término para los pueblos) ajeno a fundadores ecuestres o a colonos pioneros desterrados.

Le di vueltas a esta cuestión por unos días, porque aún no había comprado el televisor, y el único sonido en todo el apartamento, era el monótono y nada estereofónico motor de la nevera, complementado de vez en cuando por el escándalo de la poceta. Donde por cierto la tecnología no avanza.

Pero al cabo de la reflexión, caí en cuenta de que, para efectos prácticos, casi todos los humanos vivimos en pueblos sin historia. Mejor: que no somos conscientes de ella, que no podemos contarla y que nuestra memoria colectiva, se limita a comentar con ademán anecdótico, una vez que construyen un nuevo centro comercial o un parque, ¿te acuerdas que eso era antes una peladero de chivos?

Incluso aquellos pueblos que celebran o conmemoran sus tradiciones, lo hacen desde la perspectiva festiva, porque el significado histórico de cualquier acontecimiento que ya no afecte la cotidianidad, se diluye precisamente en ella. No importa si vives en uno que se formó caóticamente o se planificó de antemano, la vida de los pueblos se alimenta principalmente del presente, y para la mayoría de sus habitantes, la historia local, no va más allá en significado, de su particular experiencia de vida, en ese invento humano que llamamos ciudad.

Thanks again.

Pido la venia a mis lectores para escribir desde el lado oscuro del fanatismo: Fernando Alonso es un Monstruo. Un pilóto magnífico y uno de esos muchachos que le ponen sabor a la Fórmula Uno.

Ya el año pasado le daba las gracias, y pues hoy, luego de la última carrera de la temporada se hace menester volverlo a hacer. Su actuación lo ha dejado este año en el cuarto puesto del mundial y su calidad, lo ha llevado a protagonizar memorables episodios. El más excelso, sublime y hermoso fue la salida en el mítico (prefijo obligado) circuito de Indianápolis.

La Fórmula Uno es como un circo, que cada quince días se presenta en un país distinto. Es ese espíritu, combinado con el delicado equilibrio de la tecnología y la estrategia, lo que hacen que sea uno de mis espetáculos (que mi compadre dice que no es deporte) favoritos.

Pues hasta el seís de marzo del año que viene: Que la falta de grandes premios en invierno – que me pongo cursi – es otra de esas características que le dan a esa estación, su aire tan desolador. ¡Oh!

Ya.