Mis padres lo pasaron muy mal para concebirme. La verdad, a veces no entiendo porqué se esforzaron tanto para traer al mundo a un hipotecado como yo. Según me cuenta mi padre (que de eso no habla mi madre, por pudor) tenían que levantarse como si nada a las cinco y media de la mañana, echar un quiqui desganado y presuroso – en posición de misionero según recomendaciones del médico – y salir pitando para la consulta del ginecólogo para hacerse un análisis y determinar si había algún ovocito fecundado con cara de hipotecado. Al parecer, son fáciles de identificar al microscopio porque entre las mitocondrias, el retículo endoplasmático y los lisosomas, forman graciosamente el logo de algún banco o caja rural. Fue precisamente a partir de aquella concepción aciaga, que odio las mañanas. Vamos, que vine al mundo con esa feature. Que antes de las ocho de la madrugada no me reconozco en un espejo.
Pero Cristina no, mi Cris es otra cosa. Ella es de buena familia. Fue concebida en una tarde primaveral al resguardo de un paraje turístico a orillas del Mar de Barents. Y a la primera. Los espermatozoides de su padre no necesitaron nadar, eso hubiese sido una deshonra. Como su familia es un poco patriarcal, el óvulo dispuesto de su madre bajó a su encuentro en el cuello de útero y luego hizo, ya fecundadito, el viaje de regreso con las previsiones de llevar algo para hacer estómago y unas bolsitas para el mareo, por si el niño o niña le salía con propensión a desazonarse. Es que las madres son así.
Personalmente, todo esto de la concepción me tiene muy curioseado. Anoche vi en la tele a un experto de terapias alternativas y nueva era, que decía que el futuro de los humanos está condicionado por las singularidades de su concepción, y yo, qué les puedo decir, me veo obligado a creerle. Daba un montón de recomendaciones que iban desde el ciclo de la luna para seleccionar el sexo, hasta la posición de la cama y las mesitas de noche (y las piernas de la mujer) acorde con las recomendaciones del Feng Shui.
Hay una alineación astral al respecto. Últimamente no veo más que concepciones. En la Muy Interesante de este mes viene un reportaje con fotos a mil aumentos al respecto. En la Men’s Health atrasada de la barbería de Jose venía otro y, hasta en el especial de Formula 1 de la Mecánica Popular echaban otro. ¡Vamos! que nunca había visto tanta concepción junta.
Mi amigo Antonio me dice, basado en su experiencia, que no es una alineación planetaria ni ná, sino la primera fase, la de estupefacción. Que ya se me pasaría a medida que lo asimilase. Espero que sea rápido, porque estoy de los nervios. Me parece un siglo la semana que apenas ha pasado desde que Cristina, mientras veíamos en el telediario las noticias acerca de la epidemia de la gripe del pollo en Indonesia, me soltara, articulando cabalmente: Por cierto cariño, estoy embarazada.
Vida inmobiliaria
Cristina se ha vuelto loca.
Cristina y el Porno (y Antonio).
Cristina ronca como un camionero